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Recientemente el Gobierno ha presentado los Presupuestos Generales del Estado para 2012. Muchos, especialmente en la prensa, han calificados estos presupuestos como “de guerra”, y la verdad es que sí lo parecen. No se alejan demasiado de los Presupuestos que un estado vencedor impondría a los perdedores de una contienda.
El problema, la diferencia fundamental es que en este caso los “perdedores” somos los ciudadanos, que estando en importante cantidad en el paro, con recursos escasos o directamente sin ellos, debemos pagar la gran orgía de gasto de nuestra irresponsable clase política.
Hemos soportado, y seguiremos soportando, la parte más dolorosa del ajuste.
Aproximadamente un 25% de la fuerza laboral española está en el paro. Los responsables de esta tragedia, la casta política, no ha reducido sus puestos en la misma proporción, por tanto, la carga que llevan a sus espaldas los pocos que tienen un trabajo, aumenta proporcionalmente de forma disparada y disparatada pues ha aumentado la cantidad absoluta de políticos que cada uno debe mantener directamente.
Y mantener políticos no es cosa que los ciudadanos asumamos tranquilamente. La casta es responsable del desfase entre ingresos y gastos que nos ha llevado a esta situación, y jamás hemos escuchado una disculpa, un mea culpa, una promesa de que las cosas serán diferentes de ahora en adelante.
Nada de nada, los tíos, como si lloviera. Es verdad que un par de propuestas de “Recortes para Todos” han sido incluidas en el Plan de Ajuste, no porque las hayamos propuesto nosotros, que como ciudadanos de a pié no nos merecemos ser oídos por la casta, sino porque sencillamente son de sentido común. Pero, son muchas las propuestas que no han encontrado eco en la casta porque atentan directamente contra sus prebendas conquistadas a base de engaño a los ciudadanos.
Siguen los señores políticos, como por ejemplo diputados y senadores, cobrando indemnizaciones para gastos de alojamiento en Madrid a pesar de vivir muchísimos de ellos en Madrid. Siguen cobrando a los ciudadanos desplazamientos inútiles, comidas y cenas privadas, cobrando 300 euros para taxis mensualmente a pesar de tener coches propios y medios públicos como autobuses y metro gratuitos, siguen cobrando a los ciudadanos el gasto de sus teléfonos y de conexión a internet de sus ordenadores personales, siguen pagando impuestos en la proporción que ellos mismos acuerden, y lo peor de todo, nuestra propuesta simbólica, siguen sus señorías cobrando a los ciudadanos la conexión de internet de sus domicilios particulares.
Es comprensible que nos suban los impuestos. Los pocos ciudadanos que trabajan y los pocos empresarios que aún siguen en actividad deben aumentar su contribución al erario para seguir manteniendo a la casta en su envidiable nivel de vida. Son demasiados los ministros, secretarios de estado, subsecretarios, directores generales, senadores, diputados, alcaldes, concejales, diputados autonómicos, consejeros autonómicos, altos cargos de empresas públicas mayormente deficitarias; son miles de enchufados en instituciones inútiles como el Senado, el Consejo de Estado, Defensores del Pueblo autonómicos, Tribunales de Cuentas autonómicos y empresas públicas creadas expresamente para dar colocación a “los nuestros”. Son miles los ex altos cargos que a pesar de no dar palo al agua siguen por dos años cobrando el 80% de sus ingresos, compatibles por cierto con cualquier otro ingreso privado o del erario.
Creemos que esto irá a peor, y no es una amenaza, es una predicción. Pensamos que mientras la casta se mantenga al margen de las dificultades que viven los ciudadanos y no compartan en la misma medida, o más por eso de dar el ejemplo, los malos tiempos que estamos viviendo; el malestar, la animadversión, la rabia, la ira, la impotencia dará lugar a escenas que creemos propias de otros países y de otros continentes.
Ojalá nos equivoquemos. Ojalá no tengamos mañana que escribir “esto ya lo dijimos pero nadie nos escuchó”.
Señores de la casta. Somos el pueblo, somos ciudadanos. Tenemos mucho que decir, que proponer, que criticar, que ofrecer. Si siguen ustedes blindados, alejados de los ciudadanos, si siguen ustedes sin contestar la correspondencia, los emails y los mensajes que por internet les enviamos los ciudadanos, deberán asumir el coste de un malestar general expresado ya de forma exasperada. De ustedes depende seguir siendo un país que llama la atención de todo observador extranjero que se asombra de que con un 25% de paro no haya revueltas ni desórdenes crónicos.
Por favor, por nosotros, por el país, por sus familias, por ustedes mismos, por lo que más quieran, abran canales de comunicación con los ciudadanos organizados y escuchen las propuestas que constantemente, a diario y por diferentes medios, está ofreciendo gente más inteligente, con mayor preparación y experiencia que ustedes. Ajusten sus gastos y su nivel de vida de forma correspondiente, comprensible y solidaria al nivel de vida al que han condenado a millones de españoles.
Que no se nos pase la hora del diálogo.
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