Primer Plano

Publicado el 05 abril 2013 por Marsanchez @MSanchez35

Eran casi las doce de la noche, Samira estaba muy preocupada porque su compañero de casa aún no llegaba, su teléfono móvil aparecía apagado, aumentando su preocupación.

Se conocía con Saúl hace un año, un joven de dorso hermoso, cabello rojizo desordenado, ojos grises grandes y brillantes y una sonrisa cautivadora. A sus veinte años Saúl estudiaba Literatura, su aspecto espontáneo es contrarío a su caracter introvertido. Samira es cinco años mayor, estudia Artes Plásticas, desde que conoció a Saúl su interés por la Literatura ha aumentado, se lee cada libro que él le recomienda para luego comentarlos y algunas veces discutir, cada uno defiende la posición de algún personaje como si se tratara de personas reales.

Samira le dio un leve vistazo a unos documentos que Saúl había dejado sobre la mesa, encontrándose con un documento que relataba la historia de una chica con un perfil parecido a ella. Ella sonreía mientras leía la historia. El condenado me ha analizado muy bien —pensó—.

Vestía una pijama corta de tirantes color lila que dibujaba su perfecta figura y resaltaba su cabellera negra brillante que le caía hasta el final de su espalda. Se hechó sobre el sofá extendiendo todo su cuerpo, con el documento en mano y casi hipnotizada por el mismo, leía en voz alta algunos pasajes de la historia:

“… Maritza estaba desnuda frente a la enorme ventana de vidrio que miraba hacía la terraza, cubierta ligeramente por una sabana de seda blanca, Dante se acercó delicadamente, besó su hombro y la envolvió entre sus brazos, sintiendo que la desnudez de ella se derretía sobre él, ella cerró sus ojos y su respiración se aceleró, sus cabellos dorados se estremecían con la tenue brisa de la madrugada. Dante contemplaba y vivía aquel momento. Y como arcilla el cuerpo de Maritza entre sus manos, esculpía su senos, su vientre, el calor se hacía intenso entre ambos.

Mientras, en su cabeza permanecía intacta la imágen de Maritza entregandose a otro hombre, justo en su hogar, hace tiempo atrás, el dolor permanecía intacto a pesar del perdón que él le dio a Maritza, justamente porque la amaba —según decía—. Él nunca le había confesado a Maritza sus pensamientos casi enfermizos y recurrentes con aquella escena. Ella creía que aquello se había borrado de la memoria de ambos.

Él escondía un cuchillo debajo del sofá de la sala, y allí permanecería si en algún momento futuro, se presentaba una situación similar. Los pensamientos recurrentes de Maritza con otro hombre atacaban con furia a Dante, mucho más en los momentos de intimidad. Él seguía herido y cada palabra, cada caricia que Maritza le entregaba era un ataque sobre aquella herida.

Maritza se volteó quedando frente a Dante, los ojos de Martiza lo eclipsaron, y él la tomó con fuerza la alzó entre sus piernas y la llevó apasionada y enceguecidamente hacía el sofá, en su pensamiento, una ráfaga de emociones de imágenes intensas de la infidelidad de Maritza. Ella, cruzada entre las piernas de él sobre el sofá, presa de una emoción intensa, él, tocaba con su mano la punta del cuchillo debajo del cojín del sofá. Sería el fin de la perturbación de Dante, o sería el inicio de unos largos y amargos días para él.

Él empuñó la cacha del cuchillo entre su mano… “

Samira se vio sorprendida por Saúl quién en ese momento abrió la puerta, él la vio con el documento entre sus manos, frunció el ceño.

—Estaba preocupada. Le dijo ella.
—Qué haces hurgando entre mis cosas. Le reclamó él, con tono de molestia.

Ella dejó el documento sobre la mesa, y se marchó a su habitación sin decir palabra. Saúl se recostó sobre la puerta de la entrada, y suspiró tristemente por alguna razón lloró en silencio unos minutos, luego, buscó entre el sofá el cuchillo que él mismo había puesto allí, quién sabes desde hace cuanto tiempo había permanecido en ese lugar. Lo miró, su rostro desencajado se reflejaba sobre el metal brillante.

Por:

MARjorie

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