Posted: 17 Apr 2017 05:27 PM PDT
Generalmente se atribuye este crudo y realista poema a Bertold Brecht, y aunque él sí dio su impronta al poema original (cuyo verdadero autor sería Eduardo Alves da Costa), la suya no es la primera versión que existe, ni mucho menos la única.
Maiakovski, poeta ruso suicidado luego de la revolución de Lenin, escribió, en los inicios del siglo XX:En la primera noche, ellos se aproximan
Y recogen una flor de nuestro jardín
Y no decimos nada.
La segunda noche, ya no se esconden,
Pisan las flores, matan nuestro perro
Y no decimos nada.
Hasta que un día, el más frágil de ellos
Entra solito en nuestra casa, nos roba la luna, y
Conociendo nuestros miedos,
Nos arranca la voz de nuestras gargantas
Y porque no decimos nada
Ya no podemos decir nada.
Después de Maiakovski:Primero se llevaron a los negros
Pero no me importó
Porque yo no era negro
En seguida se llevaron algunos obreros
Pero no me importó
Porque yo no era obrero.
Después prendieron a los miserables
Pero no me importó
Porque yo no era miserable
Después agarraron algunos desempleados
Pero como yo tengo mi empleo
Tampoco me importó
Ahora me están llevando a mí
Pero ya es tarde
Como yo no me preocupé por nadie
Nadie se preocupa por mí.
Bertold Brecht (1898-1956):
Un día vinieron y se llevaron a mi vecino que era judío
El día siguiente vinieron y se llevaron a mi otro vecino que era comunista
Como yo no soy comunista, no me molestó
Al tercer día, vinieron y se llevaron a mi vecino que era católico
Como yo no soy católico, no me molestó
Al cuarto día vinieron y me llevaron
Ya no quedaba nadie para protestar...
Martín Niemöller, 1933 - (Símbolo de la resistencia contra los nazis)
Primero robaron nuestras señales, pero yo no me perjudiqué.
Después incendiaron nuestros ómnibus, pero yo no viajaba en ellos
Después cerraron calles, donde yo no vivo
Cerraron entonces la entrada a la favela, que yo no habito
En seguida arrastraron hasta la muerte a un niño, que no era mi hijo.
Claudio Humberto, 09/02/2007
Lo que los demás dijeron, fue después de leer a Maiakovski
Lo increíble es que, después de cien años,Todavía nos encontremos tan desamparados, inertes y sometidos
A los caprichos de la ruindad moral de los poderes gobernantes,
Que vampirizan el erario, aniquilan las instituciones,
Y dejan a los ciudadanos los huesos roídos y el derecho al silencio:
Porque la palabra, hace mucho que se tornó inútil...
¿Hasta cuándo?