Principio de correspondencia

Gail Albert Halaban

Acabo de leer que los almendros florecen para estas fechas: julio y agosto, cuando las condiciones del clima son sumamente adversas: frío, heladas, lluvia.

En esta mañana lluviosa y teñida por la melancolía de las ausencias cotidianas, de pronto la frase me parece de lo más esperanzadora.

Me imagino como ese almendro solitario, en algún terreno semi despoblado, almendro erguido, brotando, con la salvia agolpándose furiosa dentro de las ramas, escupiendo flores en forma de campanitas, en todas las gamas que van del blanco al rosado. Tanta pasión controlada, tanto anhelo escondido.

No todo está perdido. Algo florece en la adversidad, se puede esperar el milagro que derrita el hielo, la mirada que sea comprendida, aceptada; la mano tendida que encuentre nido en otra mano. Se puede esperar que el amor sea amor y no otra cosa.

Aún después de las peores tormentas, y las peores cosas dichas, aún después de la ausencia, de la indiferencia, de la resistencia, después del bloqueo, de la guerra fría, de los cien días, después del nunca jamás, del claudico aquí y ahora, después de enterrar uno a uno los sentimientos no correspondidos. después de que sabemos lo que sabemos y del sabor agrio y amargo que ya no son una sensación en la boca, después de que nos vendimos, expatriamos, entregamos la causa revolucionaria por otra más light, después de que pedimos crédito para pagar otro crédito, y de querer enmendar parches en la pared que ya no tienen arreglo, después de que salí corriendo a buscarte a la vuelta de la esquina, después de que hallé tu casa vacía y de que me llegó el  certificado de no correspondencia, después del tiempo y del destiempo, aún después de este retiro voluntario de mi propia vida, algo florece de este lado del planeta.

Siento en esta vorágine escrita, que hay algo cíclico que ya ocurrió y sentí otras veces. Tal vez no sea la primera vez que escribo sobre el almendro en flor, o tal vez esta incoherencia, este ir y venir, este granizo interior que espero que renueve mis vísceras, sea más de lo mismo y yo esté negándolo todo.

Patricia Lohin

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