En aquellos tiempos era una apasionada radical de cualquier forma de vida catalogada de bicho: protagonicé campañas de protesta dignas de Greenpeace ante esa tendencia tan humana de aplastar cucarachas. Pobrecitas.
Lo dejé a la mitad cuando Gregorio, el protagonista, todavía no se había defenestrado por completo. Inconcluso por trece años. Hasta que el profesor correspondiente vino a decir que Kafka era un puto genio y había que leerlo sí o sí, y no hay más que hablar.
Razón de más para no hacerle ni caso.
Bueno, con los años sí, aunque con poco interés.
Hasta el domingo pasado. Una mañana-tarde especialmente luminosa, con tiempo para perder el tiempo relajada en el ordenador. De hecho, en el momento exacto estaba dando vueltas a una partida online de un juego absurdo, llorando de la risa y con los auriculares a 400 escuchando música animada. De repente me acordé de un detalle fugaz, eché mano a Google... y...
¡¡¡PSCHHHHHHHH!! ¡¡VROOOM!!!¡¡¡BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUMM!!!
Unos pocos cientos de biografías, análisis, comentarios y palabras de exégetas muy profesionales de lo suyo después, me di cuenta de 2 cosas: 1) se me había olvidado almorzar y 2) cuanto más leía, más en DESACUERDO y ENFURECIDA estaba con los análisis
¿Misterio? ¿Símbolos? ¿Enigma? ¿Significados? ¿¡QUÉEEEEE!?
(Espero que tengas la música puesta, por tu bien).
Seguí con más análisis, Marthe Robert, Albert Camus, el otro y el de más allá. Alguna españolada también. Repaso directo a todos los cuentos y novelas de nuevo, y correspondencia privada (reconozco que me faltaba por leer algunos, como Cartas al padre).
Cita histórica. Domingo 26 de agosto 2012. 16:09 horas, aprox.
Contrastar fechas. Y sitios. Y el diccionario checo-español. Y alemán-español. Para mi desgracia, no cuento con el nivel suficiente de alemán para saber si escribió originalmente lo que se supone que escribió. Confiemos en los traductores.Más ensayos y más artículos y más análisis. A ver, la calculadora, que me hace falta.
(¡Anda mira! ¡Según la Whiskypedia, empezó la carrera de Química! Jajaja como yo, qué casualidad).
Exhausta y con los pelos de punta, me tomé un descanso a media tarde. Por más que lo había intentado (sigo, aún) no encontraba el argumento definitivo en ninguno de los análisis. ¿Cómo es posible que en casi 90 años de análisis NADIE se hubiera dado cuenta del detalle que estaba viendo con total y absoluta claridad? ¿CÓMO?
El enigma que fascina continuamente a la crítica, sin por ello descorazonarla, porque cada exégeta sigue persuadido de que los símbolos de Kafka son traducibles a un lenguaje claro por cualquiera que posea la clave.Marthe Robert. Acerca de Kafka. Acerca de Freud. (Trad. J.L. Jiménez y J. Pomar). Anagrama, Barcelona, 1970, p. 34.
Lejos de alegrarme por una hipotética superiodidad moral o imaginación literaria, la comprensión diáfana surge de la pesadilla (Hawkes ahora no, otro día). Lejos de alegrarme por una teoría tan descabellada, me produce náuseas. ¿Estoy tan majara como lo estuvo Kafka? Bueno, hay diferencias, mi padre no llega a las cabronadas de Hermann Kafka, pero... ¿por qué me parece tan normal todo lo kafkiano?
La primera reacción fue vomitarlo el mismo domingo noche en un post sobre la marcha, pero me dio hasta vergüenza. Necesito masticar más, para una reseña aburrida y en serio, incluso.
Me he inventado el tag "Anti-reseña Súmmum" para calmar la ansiedad, mientras tanto.
Estas epifanías o lo que sean NO son nada agradables. No se las deseo ni a mi peor enemigo. Es insoportable. Como si no tuviera suficiente con el susto de Hawkes, ahora esta oleada de filia kafkiana. Por qué tanto dolor.(Esto último léase en tono de coña, revisen la 3ª ilustración)Ya veremos.
P.D. - ¡Johnny, la gente está muy loca! - Sí, claaaro, la gente...