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"prisiones llenas de consecuencias"

Publicado el 25 abril 2010 por Lunaxx7
   El viernes vimos un documental que hablaba de las cárceles, en concreto de una cárcel de mujeres en  EEUU. Hacían terapia las reclusas con una psicóloga dos veces a la semana, y varias de ellas, relataban abusos en su infancia.
Pensé en mi misma, en lo fácil que hubiera sido que mi vida hubiera acabado también como la de ellas.
Los abusos pueden llevarte a caminos insospechados y sin retorno ni vuelta atrás, por desgracia, en muchas ocasiones.
La primera vez ¡y última! que tuve un episodio desagradable con la ley, fue recién cumplidos los 18 años, cuando estaba en Gran Canaria huyendo de mi casa.
Mi novio, estaba haciendo la mili, todo el día en el cuartel, los tres primeros meses, y yo trabajaba ya en un piso de scort, como ya he comentado en otros posts.
Allí conocí a dos chicas que trabajaban conmigo, mucho más espabiladas que yo, ¡desde luego!.
Empecé a ir con ellas, como mi pareja estaba todo el día en el cuartel, me pasaba la mañana, (pues yo sólo trabajaba de tardes), dando paseos, de tiendas, etc.
Una de ellas me comentó, que toda la ropa que tenía la conseguía sin pagarla. Y yo, inocente de mi, no sabia ni de que hablaba. Vamos, que la robaban.
Primero pensé que estaban locas, pero empezaron a decirme que si era muy fácil, que no te pillaban nunca, y al final me convencieron.
Una mañana nos dirigimos a unos grandes almacenes y empezamos a entrar ropa en los probadores y a quitarles la alarma para que no sonara. Lo que yo no sabía, es que "mis amigas" ya estaban fichadas en ese establecimiento, y los guardias de seguridad, nos estaban vigilando.
Cual fue mi sorpresa ¡y mi vergüenza! que al salir de los probadores una mujer y un hombre trajeados nos llamaron la atención y nos pidieron, delante de todo el mundo, que les acompañáramos. Yo estaba muy asustada, no sabia que pasaría, ¡nunca me había visto en una situacion así!
Allí nos dijeron que pagáramos la ropa que habíamos cogido o llamaban a la policía. Miré a mi amiga y me dijo tan feliz, que no pasaría nada, que solo querían asustarnos. ¡Ya!
El precio de la ropa sustraída, por muy poca diferencia, clasificaba nuestra fechoría en robo, no en hurto, con lo que, por la puerta de atrás nos sacaron cuando vino el furgón de la policía a buscarnos.
Pasé una noche en la comisaría, ¡una noche eterna!, en un cuartucho de dos metros de ancho por dos de largo con las paredes manchadas de no quiero ni recordar que. ¡Eramos cuatro ahí dentro!Sin comer nada, yo solo pedía un bocadillo, ¡tenía hambre!. Mi amiga tan tranquila. Yo no era ni consciente de lo que me estaba pasando. En el cuartel donde estaba mi marido no podían enterarse, pues le perjudicaba a el también mi acto. Horrible. No tenía a nadie que me ayudase. Me registró una mujer dos veces, me hizo quitarme toda la ropa y me miró por todas partes, que no llevara nada escondido. ¡Lo pasé fatal!.
A primera hora de la mañana nos esposaron, ¡más denigrante aún! y nos llevaron al juzgado en una furgoneta con todos los delincuentes. ¡Más horrible todavía!. ¡Me arrepentía tanto de haber hecho caso a esas dos locas! ¡Podría ir a la cárcel por una tontería! Por suerte, la dueña del piso donde trabajábamos, conocía a los que llevaron todo el caso y se rebajó a hurto, que no conlleva pena de prisión y nos dejaron ir.
¡En mi vida, nunca, nunca más, he vuelto a hacer una cosa igual, ni me he dejado influenciar por nadie para hacer nada que yo considere que no tengo que hacer!
¡Donde te pueden llevar las consecuencias de un abuso!Ahora me doy cuenta de como podía haber acabado y de como pueden acabar muchas víctimas si no se les ayuda.

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