En este mes de diciembre probé mi cámara telemétrica, una Fed 3 y ayer recogí los resultados. Esta cámara es una copia de la legendaria Leica M3, por lo tanto, es una máquina todo terreno.
Utiliza un carrete de 35 mm, así que me compré uno en blanco y negro. Es muy probable que tan sólo la pruebe así, es decir, dudo mucho que le ponga en alguna ocasión un carrete de color, a no ser que la diferencia en el precio sea muy cara. Poner el carrete no fue excesivamente complicado. El rollo se coloca en la parte izquierda de la cámara mientras que el negativo se engancha en la parte derecha en la ranura de un cilindro hueco.
Para utilizar esta cámara me había leído unas instrucciones que encontré en Internet. Un manual que tan sólo servía para meterme miedo: “¡no puede elegir la velocidad de obturación sin haber cargado antes la cámara con la palanca! ¡No puedes dejar la máquina cargada!” Por lo que me daba mucho reparo utilizarla, porque me decía: “a ver si la voy a romper antes de usarla”.
Finalmente, la saqué a la calle el día que fui a un museo de coches antiguos y decidí que era la ocasión ideal para probarla. Las primeras fotografías que realice fueron en interior, con poca luz así que tenía yo mis dudas de que salieran de manera satisfactoria. Después, de turismo por Balmaseda continué con mi cámara en la mano y apuntando los parámetros utilizados para cada toma.
Poco a poco iba avanzando el carrete y la cámara me iba enganchando más y más. Todo en la máquina era especial: el enfoque, el visor, el sonido, elegir la velocidad… y sobre todo la forma de echar hacia adelante el carrete con la palanca, eso es magia. Si, puede ser que este más cercano a la mecánica que a la magia, pero para mi es mágico echar hacia adelante el carrete de esa forma.
Al final llegó el momento de quitar el carrete, la película no avanzaba más. Decidí hacerlo por la noche, de esta manera habría menos probabilidad de que entrara menos luz por la ventana. Con esta cámara tienes que recoger la película otra vez en el rollo, es decir, que el negativo con cada foto tomada ha ido a la derecha y para sacarlo tienes que volverlo a recoger a la izquierda. Para ello, la cámara tiene una pequeña ruleta encima del carrete. Así que yo comencé a darle vueltas según indica la flecha, como las agujas del reloj. Cual fue mi sorpresa que había que hacer un esfuerzo sobrehumano para que aquello avanzara. Tanto que comenzaron a dolerme las yemas de los dedos. Para colmo de males, producía un sonido nada esperanzador: giiii, giiii, giiii, giiii… hasta que finalmente sonó ¡crash! El negativo se había partido por la mitad. Eso es lo que deduje.
En estos momentos de tensión, tenía que abrir la parte trasera de la cámara para ver lo que había sucedido. Sin embargo, había un inconveniente más: si lo hacía se velaba el carrete. Y de repente, en un alarde de imaginación y de espíritu de MacGyber tuve una idea, que pecando de humildad, la calificaré de brillante. En los laboratorios para revelar los carretes se utiliza una luz roja, así que aproveché la luz que emanaba mi ratón láser del ordenador, de esta manera podría ver lo que había sucedido sin que se velara. Al ver el interior comprobé que se había partido el negativo. Así que para mandarlo a revelar lo que hice fue meter los negativos en el bote del carrete junto con el rollo, en el que probablemente no habría nada.
Con la experiencia vivida no tenía muchas esperanzas de obtener resultado alguno en este primer intento, pero salió bien. Finalmente el ruido giiii, giiii lo que hizo al negativo fue romperle la parte superior, es decir, la de los característicos cuadraditos. Además las últimas fotografías tomadas se velaron. Pero por lo demás me encantó el resultado, así que volveré a repetir.
La fotografía se basa en hechos, como ya he dicho en alguna ocasión, así que procedo a enseñar parte del resultado:
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Esto es junto al puerto de Lekeitio, un puesto de pescado. La franja blanca que aparece a la derecha de la imagen ya he descubierto el motivo de su aparición. En un principio creía que era un fallo del revelado, pero hoy he estado con la cámara en las manos y he visto que al disparar la cortinilla no queda del todo cerrada, entonces entra luz por el objetivo llegando al negativo. Por lo tanto, la solución a la que he llegado es que después de disparar vuelva a accionar un poco la palanca, sin llegar a cargarla y de esta manera queda totalmente cerrada.
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Esto es en el museo de coches antiguos que hay en el Castillo Torre Loizaga. Aparte de que esta oscura la foto en la parte inferior aparacen los cuadraditos del negativo, me figuro que será porque se habrá movido un poco. Sin emgargo, el hecho de que queden los cuadraditos en la imagen le da un toque más antiguo a la fotografía.
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El famoso puente de Balmaseda, tiene un encanto especial sacado con esta cámara.
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Cuando paseaba por Lekeitio vi al chaval que apenas llegaba a ver lo que contenía el escaparate de la tienda de juguetes y estaba mirando lo que pediría en su carta al Olentzero, mientras su abuelo le insistía para que siguiera avanzando. En cuanto la cámara hizo “click”, el niño ya no estaba.
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Esta foto me gusta tanto que ahora la tengo de fondo de escritorio. Esta sacada desde la playa de Lekeitio y lo que se ve al fondo es la villa de la mencionada localidad.