Vivimos en el siglo XXI, la tecnología ha avanzado tanto que ya no nos sorprende. Hemos llegado a tal punto que sacar una foto y poder verla al instante en la misma cámara nos parece lo más normal del mundo. Disparamos a nuestro antojo, a diestro y siniestro, aunque luego eliminemos la gran mayoría de las imágenes. Y sólo con ver el resultado en la pantalla sabemos en que hemos fallado. Sin embargo, hubo un tiempo en el que la fotografía no era así…
Pues eso es lo que hice unos días atrás: probar una “pinhole” (cámara oscura). La que yo utilice era lo que viene siendo una caja de cartón prensado pequeñita en forma de cubo, 6x6cm, con una pequeña tapa enganchada en uno de sus extremos para que sea más cómodo el descubrir y cubrir el agujero. La verdad es que te sientes un poco ridículo utilizando una caja para fotografiar, pero hay que reconocer
Lo primero que tienes que hacer es ponerle un papel en el lado opuesto al agujero con el lado fotosensible hacia la apertura. A no ser que lo quieras hacer en penumbras es recomendable hacerlo con una luz roja como única iluminación, de esta manera el papel no se velará. A continuación, tienes que cerrar la caja para que no entre ni una pizca de luz en ella.
Después toca elegir el sitio o lo que quieras fotografiar. Yo como prueba de mi primera fotografía elegí una regadera encima de una pequeña silla. La tomé en la terraza para aprovechar la luz del día nuboso. No recuerdo bien, pero creo que tuve el agujero de la caja abierto durante 45 segundos.
Tras realizar la fotografía toca hacer el trabajo de laboratorio, sin duda alguna lo más curioso para un fotógrafo del siglo XXI como yo. Te encierras en el cuarto oscuro, en mi caso en el baño, y como única fuente de luz una bombilla roja con la que tienes que revelar la fotografía tomada. La sacas con cuidado de no plantar los dedos en el papel y la depositas en una pequeña bandeja en la que has echado un poco de líquido revelador mezclado con agua. Para calcular la cantidad utilice el tapón del bote del líquido, así que eche una de revelador por ocho de agua, es decir, el suficiente como para cubrir el papel.
En mi caso el revelado era en blanco y negro, y lo curioso es que la fotografía sale como si estuviera vista en un espejo, es decir, lo que se veía a la izquierda sale a la derecha y viceversa. Esto debe a que lo que has sacado es el negativo, pero con ayuda de un scanner y el photoshop se puede hacer el positivado para ver la imagen como realmente es. La fotografía deja mucho que desear, pero para buscar la perfección ya tengo mi cámara digital.
NEGATIVO
POSITIVO
Mi conclusión después de haber vivido esta experiencia es que me parece curioso que nos sorprenda más como se hacía antes a como se hace ahora.
Esta entrada ha sido gracias a que mi compañero, Eduardo Ponce, de “La Mirada Fotográfica” me prestó su “pinhole” para realizar la prueba.