Problemas, problemas.
Se van unos y vienen otros. O cuando todo va sobre ruedas, de repente, aparece el problema y se encadenan uno tras otro, no hay quién los pare. Parece que nada puede ir bien. Y todos en el peor momento. Acabas de enjabonarte y cortan el agua. Terminas de meter en el congelador la compra del mes y se va la luz. Te conectas al Candy Crush y entra tu jefe.
¿Y? ¿Qué pasa? Te vas a quejar de tu mala suerte y regocijarte en tu desgracia. Tu problema ya no es que cortaran el agua, ni la luz, ni que entrara tu jefe. No, ahora tu problema es encontrar la solución. Cómo quitarte el jabón, cómo comerte todos esos filetes y cómo convencer a tu jefe de que le estabas pasando vidas.
¿Acaso los cortes de agua y de luz duran toda la vida? ¿No es cierto que tu jefe no te hace ni caso y se va a ir a hacer otra cosa “importantísima” y de vital importancia, probablemente en el lavabo? De ti depende convertirlo en un drama o que sea una anécdota.
Alguien muy listo dijo una vez: si tiene solución, no te preocupes, y si no la tiene, ¿para que te vas a preocupar?
Y si esto te parece una estupidez, al menos disfruta de Los Rodríguez, que ellos si que merecen la pena.
Confieso que gran parte de mi vida he pensado que la letra decía: “no importa el problema, importa la solución”, y como tal la adopté como lema de vida. Ahora, al escucharla detenidamente, he descubierto que realmente dice “No importa el problema, NO importa la solución”. Nunca des nada por seguro, duda, las verdades absolutas no existen. Eso sí, la canción me sigue encantando.