Revista Literatura

Promesa (Juan Rulfo)

Publicado el 10 enero 2019 por Enrique.arbe @enriquearbe

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de ese modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte." Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costo trabajo zafarse de sus manos muertas.

Todavía no me había dicho:

- No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio ... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.

Pero no pensé en cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.

Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias.

El camino subía y bajaba: " Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja."

Promesa (Juan Rulfo)

Pero no todo es evocación, no todo es censura de ultratumba [en Pedro Páramo]. También el narrador (que nunca levanta la voz; que se oculta, como un ánima más, detrás de su propio mito) toma a veces la palabra y dice su versión, cuenta simplemente y su acento no desentona en el corrillo. Hay en todo el libro una armonía de tono y de lenguaje que en cierto modo compensa la bien pensada incoherencia de su trama. Por lo general no da ningún dato temporal que sirva de asidero común para tanta imagen suelta.
[...] En tal sentido, el lector debe arreglarse como pueda, y por cierto que puede arreglarse bien, ya quePedro Páramo no es una novela de lectura llana, pero tampoco un inasible caos.


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