Después de mucho tiempo, me he visto a las dos de la mañana escribiendo sobre un tema al que nunca le he prestado mucha atención. Me he sorprendido reencontrándome con mi yo de hace años. Repasando letra por letra y momento a momento las situaciones que he pasado, las canciones que he escuchado, la vida que he vivido y todo lo que he hecho durante mi corta (y cada vez más larga) estancia en este mundo.
Me he dado cuenta de que el valor que le ponemos a nuestras virtudes no es suficiente, y después de tanto vivido me arrepiento de no haberlo hecho. Y me alegro de estar haciéndolo ahora. De estaros contando que en este momento valoro cada paso que doy, cada piedra con la que me tropiezo y cada locura que hago.
Releyendo historias, poesías, relatos… me he sorprendido aprendiendo de mi. De mi yo del pasado, de mi corazón y mis dedos escribiendo. Me he reencontrado conmigo misma, que ha venido para quedarse. Para amarse. Para valorarse. Para seguir prometiendo. Para prometerse. Para prometerte.
Y es que la vida son momentos, son lugares, son personas, son vidas, que van y que vienen pero uno siempre está ahí para él mismo. Detrás de la frase: ”prometes mucho”, hay dolor, amor, pasión, sufrimiento, trabajo, orgullo, tristeza y rencor. Pero sobretodo, detrás de esa frase hay VIDA.
Por lo que, llegando al final, si prometo en esta vida es porque estoy viviendo, y lo voy a aprovechar.
La chica de la sonrisa infinita