
Durante el mes de Septiembre, una turba de adolescentes y yo coincidimos en el autobús de vuelta a casa. No es que me resulten incómodos individualmente, pero cuando ocupan todo lugar respirable del transporte público me pregunto si es nuestro ayuntamiento quien los odia, a ellos y a todos los que nos dejamos comprimir por esa bulliciosa multitud. Sí, será hora punta y todo eso, pero no me imagino mejor anuncio en favor de comprarse un coche que esa experiencia de mal servicio público durante todos los años de instituto.
Después de eso ya podéis poner anuncios sostenibles de sostenibilidad en la televisión, los mejores anuncios anti ecologistas ya los habrán sufrido entre los doce y los dieciocho.
Quizás penséis que es una población cautiva, que cuenta céntimos para pagar los abonos, que total son unos críos, pero en cuatro años o así los perderéis para siempre; el banco y el vendedor de coches os lo agradecen, los pulmones de los ciudadanos, el tráfico y las arcas públicas, no tanto.
#18
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