El manto de la soledad, siempre ronda nuestra existencia, como también lo hace la embriagante melodía de la melancolía, lo que nos obliga a estar siempre alertas a sus encantos. Nadie esta totalmente solo ni completamente en companìa, existen aquellos momentos en los cuales, ambos extremos se conjugan para enseñarnos que cada uno de nosotros, tiene un propósito, un lugar, un momento, un destino. Nadie puede dilucidar en que consiste, ello, es un interrogante, solo reservado a nosotros mismos.