Después de este lapso de tiempo sin escribir, que ha coincidido con la vuelta a casa y unas vacaciones en la ciudad que me acoge en mi erasmus, vuelvo a París.
Ha empezado el año y aquí ya se trabaja a destajo, como siempre. Vuelta a los ritmos frenéticos, a los trasbordos, las prisas y el frío.
En mi casa iba en manga corta y en la calle se estaba a 18ºC. ¡ Ay, el clima mediterráneo! Además, en el Empordà cuando hace sol calienta y necesitas gafas para no quemarte los ojos. ¡Hay luz! En París no. Hoy hacía sol, pero no notabas el calorcito que suele acompañarte cuando sales de la sombra. Mañana tendré que abrigarme más.
Vuelta a los techos de pizarra, a las librerías en la calle y a las comidas a las doce del mediodía. Con un plus, mañana, en vez de ser fiesta, empiezan las rebajas.
Mientras, París sigue en su sitio, la identidad nacional continúa siendo el debate de moda y el café no baja de dos euros.
Vuelta, por tanto, a la rutina, a los madrugones y, dentro de poco, a los exámenes. Con el año recién comenzado y las pilas recargadas, os garantizo seguir asomándome por esta ventana para tratar los temas más mundanos, intrascendentes y comunes, así como los más oscuros, confusos y polémicos.