Protagonismo

Publicado el 17 mayo 2010 por Onomatopeyistas


— Me voy a suicidar


— ¿Cuándo?


— Mañana


— ¿Mañana?


— Sí, me viene perfecto. Al día siguiente tengo todo ocupado.


— ¿Y vas a madrugar?


— No lo sé.


— Tiene que ser imposible madrugar para suicidarse. A mí se me pegarían las sábanas.


— Todavía no lo tengo claro.


— ¿Y por la noche?


— No, tampoco quiero acostarme muy tarde. Ya te he dicho que al día siguiente tengo cosas que hacer.

— ¿Quizás a media tarde?


— Parece mentira que no me conozcas. Sabes que por la tarde siempre me echo la siesta.


— ¿Entonces cuándo?


— Pues no lo sé. No me agobies. Ya iré viendo. Quiero vivir mi vida.


— Pero digo yo que estas cosas se deciden antes de suicidarse. Ya sabes. Como el testamento.


— Me levantaré tranquilo, desayunaré, daré una vuelta y me dejaré caer por la estación de tren.


— La que vas a liar... Mira que son ganas de llamar la atención.


— Ya me conoces.


— ¿Entonces, qué? ¿Mañana al mediodía?


— Puede ser una buena hora, sí.


— Puedo ir a buscarte después si quieres.


— No, déjalo. Ya cogeré un taxi.


— Para cualquier cosa, ya sabes, llámame. Suicidarse puede ser peligroso.


— No si se hace bien.


— Claro, pero para eso hay que ser un maestro.


— No es la primera vez que me suicido.


— Me acuerdo de la última vez.


— Bueno, aquello no fue para tanto. Esta vez pretendo montar una buena.


— Allá tú. Ya sabes que nunca te he apoyado en estas cosas.


— Lo sé. Pero no me importa.


— En fin, cuando eso llámame y me cuentas qué tal.


— Vale. Qué ganas tengo.


— ¿Se lo has contado a tu mujer?


— No, quiero que sea una sorpresa. Ya lo verá en las noticias.
Imagen: Axel