Ayer tuve una conversación, y surgió un plan. Dije que yo podría hacer esto, mientras ellos hacían lo otro, siendo "esto", digamos, la tarea, y "lo otro", digamos, el recreo. Se me pidió, entonces, que no me quedara en un lugar secundario, y se me llamó a ocupar la mejor posición posible. Esa amabilidad es un modo de decir "que quede claro que eres importante para nosotros", y es apreciable. Pero incluso cuando aclaré que para mí estaba bien hacer la tarea, que yo no disfrutaba ese recreo, y que me daría gusto que ellos tuvieran más recreo, librándose de la tarea, se me insistió en tomar un lugar protagónico: nada menos y nada más que el que merezco.
Pero es que están de algún modo sobrevalorados los protagonismos, e infravalorados los roles secundarios. Estar ahí, donde quiera que sea ahí, para dar apoyo, para dar soporte, para acompañar, para hacer las cosas que no brillan, es importante. Y no es que sea muy importante, en realidad: ese es el punto: no tiene que ser muy importante; es nada más algo con su importancia. Y aunque muchos no puedan creerlo: una persona puede querer estar ahí, para hacer eso. No como un sacrificio. Puede haber vocación, puede haber amor necesitando expresarse en el servicio, pueden ser simples ganas o conveniencia temporal. [Una vez, en Twitter, Empleadas Domésticas (@Empleadas_hogar) aclaraba a alguien que no es verdad que nadie quiera ese oficio.]
Está bien poner la vara alta en la satisfacción de nuestras necesidades: las materiales, las existenciales: todas. Y creo que entre las mejores decisiones en la vida, está la de asumir el protagonismo de la película personal que vamos rodando. Esto significa no dejar que la vida sea nada más algo que "pasa", no tomar los caminos que ya están marcados y que no son los que una querría, no dedicar energía a personas o situaciones que no hacen bien; cosas así... No significa estar en el lugar principal frente a los demás. Hay quien puede quererlo, y está bien; de hecho creo que todos queremos algún lugar principal, alguna vez; pero ni es algo posible todo el tiempo, ni es mediocre que no sea lo que nos motiva.
Silvia Parque