Odiaba las piezas de vajilla ajadas en los bordes, aunque fuera inapreciable.
Comenzó en una sobremesa, cuando mi hermana se autolesionó los labios con un vaso escantillado. Nos llevó entonces a Urgencias aquel novio de mi madre, que se hacía cargo en sus ausencias.
En el triaje, la doctora nos conminó a los dos a esperar en otra sala, mientras la examinaban.
No tardaron mucho en venir también a buscarme.