Escribir es autoayuda. Empezando por quien la dicta. Esa voz interior que tenemos dentro y que nos dice cuándo confiar en lo que estamos creyendo que nos gusta. Hay que creérsela un poco, sí. Digámonos la verdad. Esa que da pudor pero nos viene bien cada tanto. Para despabilarnos y darnos cuenta que si queremos es sólo cuestión de proponérselo. ¿Era así?
“Lograr expresividad, comunicación, es mucho más importante que la calidad exigente”, dice Barba. Es preferente la exigencia, el compromiso, en cantidad que en calidad. Ese valor calificativo es un lugar nocivo, crítico.