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Proyecto: cmd+P

Publicado el 07 mayo 2012 por Dmccad @dmCCAD

Proyecto: cmd+P

 

La evolución de los sistemas de representación va ligada a la de las herramientas de trabajo, y era inevitable que el ordenador acabase convirtiéndose en herramienta fundamental para el diseño.

Una de las tareas fundamentales del diseñador, arquitecto o proyectista, siempre ha sido la de plasmar en medios gráficos la visualización del objeto que sólo existe en su cabeza, para transmitirla así al cliente, al fabricante, al montador, al obrero. La irrupción del computador como medio de trabajo generalizado, y la posterior propagación de aplicaciones informáticas específicas para desarrollo de modelos tridimensionales y motores de renderizado de uso relativamente fácil y accesible, ha degenerado en una falsa accesibilidad cuyos resultados son alarmantes.

El problema radica en la facilidad con que cualquier usuario de un ordenador puede acceder a aplicaciones informáticas profesionales. Piratas, por supuesto. Mucha gente aún hoy piensa que esas aplicaciones lo hacen todo por sí solas, lo que genera no pocos quebraderos de cabeza a proyectistas y diseñadores honestos a la hora incluso de justificar sus propios honorarios, o los plazos de entrega. Peor aún, mucha gente que usa esas aplicaciones realmente cree que sabe manejarlas aún teniendo conocimientos que apenas arañan la superficie de lo que en realidad son aplicaciones profesionales muy avanzadas (¿cuánta gente utiliza Adobe Photoshop para cambiar el brillo y el contraste?).

Este uso banal de las herramientas, la creencia de que el éxito de un producto radica en la aplicación empleada y no el genio del autor, es un error muy extendido que provoca no pocos problemas. En el ámbito del diseño industrial no ha tenido tanta repercusión, ya que para la fabricación en serie de un producto hay que optimizar todos y cada uno de los elementos que intervienen en la construcción del mismo. La propia maquinaria que permite la fabricación es objeto de concienzudísimos análisis y puestas a punto, e incluso mejoras sobre la marcha para reducir el margen de error y la durabilidad de cada útil, repercutiendo quizá no directamente en el producto pero sí en la rentabilidad del mismo. Esto hace que el propio sistema de producción desheche aquellos diseños (y diseñadores) que no piensan más que en el propio diseño per se, y no como producto que hay que fabricar.

Sin embargo, en arquitectura, donde la industrialización real es pura quimera, el mal uso de las aplicaciones de diseño deviene en edificaciones costosísimas, de difícil ejecución, de complicado mantenimiento, cuando no de imposible sujeción.

No sólo no estoy en contra del uso de aplicaciones de diseño tridimensional, ni del empleo de infografías como modo de información sino todo lo contrario. Ni siquiera creo que el hecho de que el primer lugar en el proceso de proyecto sea el 3D sea negativo. El problema llega a la hora de traducir un buen diseño (habría que discutir sobre esto también) a un lenguaje constructivo realista, a una realidad estructural que debe obedecer a criterios funcionales y económicos (huelga decir que “sostenibilidad” debería estar implícito en cada aspecto del proyecto), cotejar lo diseñado con los usos a los cuales debe servir…en una palabra, el problema llega a la hora de testear la consistencia del diseño/proyecto.

Con todo esto quiero decir que el problema, desde mi punto de vista, de ciertas arquitecturas mal llamadas formalistas no está precisamente en lo formal del diseño, sino en la consistencia del mismo. Reconozco que me encanta ver ciertos proyectos que rozan lo banal en cuanto a lo formal. Algunos incluso me divierten. Pero empiezo a tener problemas cuando denotan falta de consistencia, porque entonces estamos ante malos proyectos. Que una forma pueda ser dibujada, y diseñada, y calculada, y “producible”, no es justificación suficiente para que sea aplicada. Mucho menos si cabe en la arquitectura, que como sabemos debe responder a aspectos muy diversos donde ciertos disparates resultan, sencillamente, obscenos. Especialmente cuando hablamos de edificaciones encargadas por la administración. El mal uso de las herramientas, su utilización sólo porque “se puede usar” o “se puede hacer”, la deficiente definición de cosas dibujadas no se sabe muy bien cómo (porque se ignora incluso el proceso de cálculo que el sistema emplea para hacer una forma), el uso de lenguajes gráficos de imposible traslación a la realidad (transparencias, etc) se convierte en una bola de nieve en caída continua.

 

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