¡¡Hola bloggeros!! ¿Que tal vais? Espero que bien, yo por parte os dejo un relato que he escrito para el proyecto del mes de marzo del grupo Adictos a la escritura. Confieso que no es lo mejor que he escrito, pero es que he estado muy liada y no he tenido practicamente tiempo de escribir algo mejor (^_^)besos:))
Te acercas hasta el muelle hipnotizada por el murmullo del mar. Te dejas caer en la madera húmeda y sumerges los pies en el agua, dejándolos a merced de sus frías caricias y cierras los ojos, buscando en tu memoria el suceso que te ha llevado hasta la presencia de las olas en busca de un silnecio que no eres capaz de encontar dentro de ti.Septiembre ha llegado rebelde y tú te has hecho eco de su ánimo. Decidida, arriesgada, te has acercado a él con la añoranza desnuda en la mirada para confesarle el efecto devastador que sus palabras causan sobre ti. Le has hablado de la desesperación que te hace su esclava cuando, desgarrada en tu soledad, notas su presencia en la distancia, del dominio total que ejerce sobre tus pensamientos, porque pensar en él te hace sentir ligera como una crisálida. Él te ha mirado sorprendido, ignorando el daño que causaba con su silencio. Intentó hablarte tres veces, pero las tres se quedó sin palabras. Nubes oscuras han ido menguando la calidez y el brillo del sol. Sobre el horizonte se adivina la tormenta que se acerca con su aliento frío, el cual acomete con ira contra tus cabellos. El mar se agita violento, reclamando la atención de tus pensamientos, pero ellos están ausentes, perdidos entre la sangre que brota de la herida que ha causado ese recuerdo reciente. Las imágenes se suceden diáfanas en tu memoria. Esperaste callada su respuesta, notando el paso de los minutos con cada latido de tu pulso. El suspiró, resignado, levantó la mirada y se enfrentó a la angustia y el desafío que le lanzaban tus ojos. Al observar su mirada viste en ella tu propio reflejo, pero también viste algo más: la ausencia de un sentimiento que nunca lograrías conquistar. No le exigiste explicaciones, no te sentiste en ese derecho, aunque en algún lugar de tu cerebro el fantasma de un pensamiento te susurraba que acabas de dar tu último suspiro. Cobarde, con el orgullo herido a causa del rechazo, huiste a refugiarte entre los brazos fríos de tu amante marino. Ahora, entregada a su abrazo, olvidas por un instante que en tu pecho la sangre de la herida gotea con una lentitud desesperante. Miras la masa azul que se extiende ante ti y que te ofrece sin palabras el consuelo del olvido. Sonríes agradecida y sin dar tiempo a la parte racional de tu cerebro para que analice lo que estás a punto de hacer, dejas que sus brazos te envuelvan, que te arrastren al fondo de su lecho húmedo y salado, y de moemnto tienes la esperanza de que quizás, solo quizás, de la muerte puede surgir la vida.