Con esta entrada quiero recordar la performance que tuvo lugar en el hall de la Facultat de Geografia i Història en Valencia el 25 de mayo de 2010 llamada La red como herramienta de la performance.
La red como herramienta de la performace, 2010
En esta acción las performers Carmen Gimeno, Ana María Prieto, Marta Alonso, Lucía Romero y Mª José Ruiz, armadas cada una de un ovillo de lana, conformaron una red que unía al público que se encontraba en ese momento convocado a través de una red social así como a aquellos que por casualidad pasaban por allí. El resultado fue una red de colores que invadió todo el espacio y que atrapaba y entorpecía el paso de la gente. Con ello se pretendía hacer evidente la conexión de todos a través de la red. En la actualidad ya no sólo participa el público en el arte de manera improvisada como se ha venido haciendo desde los años 60 cuando surgen el happening y la performance, dos manifestaciones artísticas que han contribuido a sacar el arte de su contexto, del museo; que han permitido la reflexión, la diversión o incluso el rechazo, aportando gran diversidad de perspectivas y significados pues están sujetas a la subjetividad. Hoy el público ha dado un paso más. Éste ya es convocado desde la red. Están muy de moda los Flashmob, traducido literalmente del inglés como multitud instantánea. Se trata de una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente, no tienen ningún fin más que el entretenimiento, pero pueden convocarse también con fines políticos o reivindicativos como los llamados Smartmob que hacen uso de las nuevas tecnologías para otorgar poderes a las personas de un modo inteligente; o por el contrario los Absurdmob, acciones multitudinarias también convocadas por medio de la red pero con un fin absurdo. El caso es que...¿qué mejor que participar para profundizar así en la obra, comprender el mensaje, divertirse u horrorizarse y reflexionar?La red como herramienta de la performance, 2010
Fotografía: Paco Ruiz