Lo normal y sano es relacionarnos con las personas porque nos hace bien o nos conviene. Si no nos hace bien ni nos conviene habría que pensarlo; pero si nos hace mal o nos resulta inconveniente, lo normal y sano es dejar la relación. A veces no se puede, como cuando alguien necesita seguir en un trabajo donde hay un jefe nefasto. Pero si se puede, hay que terminar con las relaciones dañinas.
Creo que es fácil estar de acuerdo con lo anterior. El problema está en que no somos robots que hacen lo que corresponde a una conclusión racional; nos implicamos con las personas de maneras complejas y oscuras y es difícil dejar las relaciones que forjamos con quienes nos hemos vinculado. Los vínculos se forman en el ser: en lo que uno es. Pero tengo una idea al menos para una de las cuestiones que dificultan esta liberación:
En algunos casos, quien no se puede ir se atrapa con el amor; "es que lo(a) quiero mucho", dice la persona, como si debiera no querer. La buena noticia es que puede seguir queriendo. Puedes amar a alguien con quien decides no estar. Puedes agradecer por su vida, por lo bueno que hubo, orar por la persona, hacer lo que puedas a su favor desde la distancia y sobre todo: puedes sentir con confianza lo que sea que sientas. Y ponerte a salvo.
Vale para amigos, parejas, mamás, papás, quien sea.
Silvia Parque