El puente medieval de Frías mide ciento cuarenta y tres metros de longitud, con nueve arcos. Es de origen romano, lo atraviesa la calzada que unía la Meseta con Cantabria. En múltiples remodelaciones en la Edad Media se construyo la torre defensiva central que lo hace característico. Para sufragar los gastos de mantenimiento de este puente sobre el rio Ebro, se instauró el pago del portazgo para comerciantes y ganaderos, que eran quienes más se beneficiaban de su uso.
Este es uno de los pocos puentes que aparecen en las guías de turismo, como visita recomendada. Casualmente este año he estado en dos, que tienen una sorprendente similitud: el de Frías y el de Besalú en Gerona.