Días de furia sobre tus ojos
cabalgando piedades y sexo,
resacas de amores favorecidos por el vértigo
con que tus muslos soñaban ocres despedidas
sobrevuelan las sombras de tu mente.
Las llaves de historias desvencijadas te pesan en la cadena
que adorna y doblega
tu cuello y tu mirada.
Un silencio mortuorio como cerrar los ojos
llora la última hora en la tarde
y se amamanta de crepúsculo en tus pechos