Tenía once años cuando, al despedirse, ella prometió llamarle para ir a contemplar otra puesta de sol.
Vuelve a levantar el teléfono para comprobar si funciona. Primero, un pitido continuo y, al cabo de un rato, la intermitencia rápida. Así pasa la tarde, como había pasado todas desde aquel día.
Tenía once años cuando, al despedirse, ella prometió llamarle para ir a contemplar otra puesta de sol.
Tenía once años cuando, al despedirse, ella prometió llamarle para ir a contemplar otra puesta de sol.