‘Punta Cana 7 noches’: Guarionex, un tipo duro, todo un Philip Marlowe a la dominicana.

Publicado el 19 enero 2020 por Jordi_diez @iamxa

  • Comentario literario sobre el libro 'Punta Cana 7 noches'

CulturaLibrosPedro Araque Última actualización sábado, 18 de enero de 2020Jordi Díez reside en República Dominicana desde hace 14 años. En la foto, de vacaciones en Cadaqués. /CedidaNovela negra: Punta Cana 7 nochesAutor: Jordi DíezEdita: Autopublicada en AmazonCuando le preguntas a Jordi Díez confiesa con cierto pudor que aún tiene pendiente la lectura de las aventuras del inconfundible héroe de El largo adiós, creado por Raymond Chandler. Tan inconfundible como Guarionex. Y como Chandler, Díez domina el ambiente hasta convertirlo casi en otro personaje más de la historia, imprescindible para comprender toda la trama. Sin rubor aparente se extiende justo lo necesario sobre colmados, suburbios y prostíbulos caribeños  para que la historia encaje y el lector conozca un mundo oculto al turista: la auténtica vida de la República Dominicana, de sus sucios negocios y sus cruentas mafias.“El inspector aparcó la tartana junto a la gasolinera y se bajó. Se acomodó bien el arma en la parte trasera de los pantalones y bufó la camisa por encima de la cintura. No vestía uniforme, rara vez lo hacía, pero todo el mundo sabía quién era”. El escritor catalán Jordi Díez perfila en esta primera entrega titulada Punta Cana 7 noches, todo un Philip Marlowe a la dominicana. Un tipo duro. Prácticamente insobornable. Bueno, todo lo limpio que se puede estar en un lugar donde la mordida resulta una práctica de supervivencia.Domina el ambiente y también el lenguaje. La combinación, agitada lo preciso, fructifica en un cocktail que no podrías beber serenamente en un chiringuito de Punta Cana, pero que podrías disfrutar alegremente en cualquier parte del mundo donde se hable español. Justo el puntito para que devores su lectura, por ejemplo, en Dominicana o en la punta opuesta: España.Jordi Díez se aparta de sus registros habituales para adentrarse por primera vez y con bastante acierto en la crónica negra. Asegura haberse divertido mucho mientras escribía las aventuras de Guarionex. Y se nota. Con Anacaona y La virgen del Sol descubrí un autor que era una orquesta de sensibilidad y emoción, con Punta Cana 7 noches me he divertido de lo lindo, con la satisfacción añadida de redescubrir que no abandona su extraordinaria empatía con el mundo que le rodea.
Quedaros con este nombre taíno, uno de los pocos que se conservan: inspector Guarionex. Dará mucho de qué hablar. Por el momento disfrutad de su lectura en el párrafo que os dejo a continuación. Os pongo en situación, un par de turistas españoles han encontrado enterrado en la arena un cadáver, en una de las playas más concurridas de la turística República Dominicana. El inspector recibe una llamada:«—¡No me joda, comando! —gritó el inspector Guarionex al teléfono —¿Una mano de quién?El policía cortó la llamada y se reclinó sobre su vieja silla, una chatarra rescatada cien años atrás de un hotel de la zona y que entre el salitre y su sudor la habían acabado de destrozar. Sopló. Unos turistas habían encontrado una mano. Se levantó y salió del despacho.Un guardia lo esperaba sentado al volante de la camioneta Toyota del cuerpo.—Y dime —le preguntó al chófer mientras las ruedas del todoterreno saltaban para incorporarse al boulevard.—Internet anda lleno del tipo, un buen mangú. Ya sabe cómo son estas cosas, han sacado al muerto de la arena y le han tirado mil fotos.Acercó el teléfono al inspector y éste fue pasando las imágenes. Por los signos del cadáver le echó pocas horas de muerto. En las fotos no apreció ningún signo de identificación, ni tatuajes, joyas, nada, sólo un tipo de unos cincuenta años, blanco, seguramente extranjero, que se habría metido en cualquier lío con los tígueres locales. Le devolvió el teléfono al guardia. No era el primer extranjero que iba a volver a su casa metido en una caja si había alguien para pagarla, o que se quedaría en la fosa común del cementerio municipal de Verón si no había quién lo reclamara.»Más comentarios en Libretería