Todavía persivo el perfumeDe tus palabras en mi cuelloY el murmuro tenue pero vivoQue aún no sabeSin dejarme o irse contigo.Ardiente e impaciente guerraPor monentos sumisaQue en silencio baja la guardiaLuego se va, luego vuelveComo el otoño obstinadoQue pelea con sus propias hojasSe aferra, prefiere cubrirse de fríoY se niega a la primavera.
Hasta que punto será
Insufrible el alma?Y si a la misma angustia,Ya no le quedaran más lágrimas?Podrá la mirada, ya no existir empañada?Y la sonrisa amanecer cada mañana?Será, entonces el punto y aparte de esta historiaPequeña grande y profunda por dentro,Que a pesar del dolor escribo por tiQue sin embargo tú escribes sin mi.