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Pushkar, el gurú de la moda y dame otro bang-lassi por favor...

Publicado el 18 junio 2012 por Viajeporafrica

Dejamos atrás el manojo de sentimientos impúdicos del capítulo anterior en el medio de transporte más característico de la India: el tren. Un tren que además de ser barato, une a casi todo el país de una manera sorprendentemente eficiente. Aunque sus tiempos son lentos, es amable, y la infinita cantidad de horas que se pasan en él intentando conocer lo poco que se pueda de este inabarcable país, se justifican holgadamente con los personajes, situaciones y panorámicas que se presentan durante el viaje. Comidas, razas, religiones, olores, y paisajes totalmente desconocidos, se suman a extranjeros, gente amontonada, músicos, lisiados, baños con mucho pis y caca, y un calor proveniente del infierno, para así todos juntos, encargarse de que cada minuto a bordo se llene de consistencia.

En el tren no veníamos solo los tres, sino que viajábamos acompañados por la mística, el carisma y la benevolencia de uno de los personajes más memorables del viaje: "Jota Eme". Aunque como corresponde a su estirpe de mago, venía viajando en otro vagón clase "aire acondicionado" (lejos de las molestias mundanas), este gurú clandestino y errante, que se dedicaba a vagar por los salones más espirituales del país, ponía desde allí un manto de vigilia sobre esta troop de inconscientes, y nos guiaba hacia un camino de éxito y rock and roll, directamente al centro, el corazón y las mismísimas entrañas de la moda.

Así es mis queridos amigos... Si nuestra próxima escala era Pushkar (lugar archiconocido por ser la capital textil de la India), invadido de oportunistas como nosotros (pero un toque más serios), que compran y revenden todo tipo de artículos, ¿qué mejor que traernos a nuestro propio gurú de la moda, para que nos ilumine con sus conocimientos y nos evite un feroz e inútil desparramo de energía?; y ¿qué mejor además, que este poderoso ente energético, venga a su vez acompañado por una familia de magos blancos que no hicieron más que alegrarnos la vida y metérsenos derecho al corazón?. Un lujo sin precedentes... Pero como les contaba...

Llegamos a destino luego de combinar con un pequeño bus en un pueblo llamado Ajmer, y el panorama cambió rotundamente. Al inconmensurable frenetismo e inquietud de la insaciable Mumbai, se le contrapuso la tranquilidad y la espiritualidad de un pueblo sumergido en algún confín de alguna pequeña montaña, que coquetea con un árido desierto, y es uno de los pocos lugares en el mundo donde existe un templo Brahmán.

Así sucedió que nos encontramos inmersos en este pequeño énclave de no más de quince mil habitantes, rodeados por templos, peregrinaciones a toda hora, y un sinfín de industrias textiles que ofrecen otra infinita variedad de objetos a precios absolutamente ridículos. La ciudad, además, está asentada a orillas del lago del mismo nombre, el cual deslumbra con algo así como cincuenta ghats (escalinatas que conducen al río), que son los encargados de depositar a los peregrinos hinduistas dentro de estas aguas sagradas llenas de mística, mito y santidad. (Estas escalinatas resultan ser también lugares donde muy seguidamente se pide dinero a cambio de un poquito de pomposidad india. Muy común que agarren a personas distraídas y le saquen unas rupias para meterle algún tipo de protección en la frente).

Pero más allá del contraste y de lo que nos costó decidirnos por un lugar para dormir, si se está en Pushkar con un gurú personal, todo se transforma en alegría, jolgorio y liviandad. Si además de un gurú personal todo terreno, se le agrega un brebaje hecho a base de hachís llamado bang-lassi, se tiende al descontrol de estímulos y felicidades varias, que no te abandonan nunca más en toda la estadía. Y si a todo eso se le suma el encuentro con una amiga como Eva, una gallega que no veíamos desde que estuvimos por última vez en Sudáfrica, se grita cartón lleno, bingo, y los días en vez de pasar, se pegan unos a otros y se deslizan suavemente al ritmo de una película en cámara lenta.

Y es que todo parecía ya demasiado perfecto y demasiado real. Con "Jota Eme" nos pasábamos los días recorriendo las empresas textiles y aprendiendo del negocio de la moda de su mano mágica... acatando sus sabios consejos y anotando muy prolijamente qué carajo es una seda, qué coños una pashmina, un algodón o un sintético. Almorzábamos juntos en un barcito del que nos hicimos "habitués", y nos sentábamos a tomar chais esperando a ver quién sería el próximo en pasar.

Con Eva nos encontramos de casualidad en el medio del town, cuando ella venía con una amiga en una moto en dirección opuesta a nuestros intereses, y Fede que continuamente está mirando minas, gritó como una loca
"Eva, Eva"... De todas maneras... encuentro coqueto si los hay. Algo demasiado raro y demasiado inesperado que no hizo más que reconfirmar el viejo dicho que sentencia: "El mundo es un pañuelo"... Y vaya que si lo es...

Entre babas, templos, amigos, amigas, estados de instrospección, vestidos largos, cortos y medianos, empezaron a transcurrir las horas y nos empezamos a encontrar con argentinos por todos lados. Los argentinos vemos una punta para no laburar y ya estamos todos juntos traficando yerba mate en cualquier parte del mundo. Tremendo. Somos una plaga social y cultural que busca el billete fácil y la vida alegre, pero eso sí, estamos todos "haciendo negocios". Salvo dos o tres "cachis" que conocimos por ahí, todos una manga de hippies buscas, que a lo único que aspiraban era a conseguir dos mangos más para seguir viajando... Tremendo, para partirse de la risa. De todos modos una linda argentinada y una buena forma de practicar un poco de castellano profundo.

Como ya la vida no tenía sentido en sí misma, y como todo se había vuelto una nube de pedos frenética de la cual no estaba bueno volver, yo decidí enamorarme trescientas veces en dos días y dedicarme a no hacer nada al respecto. Fede se refugió en unos escritos que debía terminar para mandar a Buenos Aires, y Juli... Bueno, Juli se la pasaba fumando porquerías. Además, nos empujaba constantemente al consumo indiscriminado de bang-lassi, el cual te mete en unos estados psicotrópicos profundos que no hacen más que ponerle más color al color.

Pushkar, el gurú de la moda y dame otro bang-lassi por favor...

La gran "plaza" principal de Pushkar...

Comer se transformó en algo ocasional al paso, abandonamos totalmente la cocina, y solamente invertimos el tiempo en preocuparnos de que la felicidad se quede así como era... estática e inmutable. Además, la ciudad era casi vegana y no contaba entre sus alimentos básicos cosas como carne y huevo, por lo cual el "gusto" te lo debo, y "dame otro thali, pero esta vez no tan picante, que dormimos todos juntos en una pocilga y ya hay mucho olor"...

Una noche salimos a filmar vacas comiendo basura en compañía de Joy, una californiana muy bonita, pero que para sus veinte años ostentaba una locura digna de análisis, aunque también de admiración. Cultivaba marihuana medicinal en EEUU y le pagaban en seis meses mucha más plata de la que cualquiera que lee este post gana por año. Fuimos a una fiesta bastante fantasma de fuegos y bailes para turistos, y no nos tomamos ni una birra, porque el único lugar que vendía, abusaba de los precios impúdicamente.

Por último me veo en la obligación de redondear. Conocimos templos, comimos todo tipo de comidas que nos dejaban con hambre, nos codeamos con una infinidad de indios que nos querían vender cosas, pero con los cuales terminábamos tomando té y riendo, y pasamos la mayor parte del tiempo sumergidos en un mundo nuevo para nosotros. Los vaivenes de la moda y sus beneficios dictaron que también se nos viera en repetidas ocasiones dentro de locales intentando definir una compra y haciendo malabarismos con los pocos dólares con los que contábamos.

Pushkar, el gurú de la moda y dame otro bang-lassi por favor...

Ceremonia con música a lo indio... Tremendo...

Los días se fueron esfumando con el humo, y bajo el manto de aquella frase que dice: "la buena felicidad dicen que no se nota", nos fuimos dando cuenta que teníamos que sacar un pasaje para ir a recoger al aeropuerto de Dheli a la nueva sex simbol de este grupo tri-continental. María Agustina Olivera con todo su glamour y sutileza, se vería depositada en el aeropuerto en pocas horas, por lo cual tocaba descolgar y hacerle un poco más de lugar a la sorpresa, al encuentro y a la dicha... Que ya todos sabemos que "no es cosa alegre"...

Nada de todo lo que relatamos en este post desganado y vago que refleja nuestro abandono a la vidurria en
Pushkar, hubiera sido posible sin la contención, la ayuda, la guía, la sapiencia y la integridad de nuestro gurú personal. Por suerte con Jota Eme, "el único y verdadero gurú de la moda", nos cruzaríamos incansablemente hasta el último día de nuestro viaje alrededor de India. Todavía nos quedaban algunas lindas ciudades para recorrer en mutua compañía y un vagón de sentimientos para compartir... Estabilizados y adornados por sus mágicas palabras. Este post es para vos cachi... Te lo mereces... Esta banda te quiere, te extraña y te lleva en la ruta por siempre.

Por lo demás ni más, ni menos larga que cualquiera... pero en la India... Lleno de sorpresa, admiración, paja, hambre, amigos, amigas, y dos mil matices más que no supimos cómo incorporar. La vida a punto caramelo. No era momento de agregar, sino de disfrutar. A eso nos dedicamos y en ese plan seguiríamos... "Che Juli... ármate otro..." En fin... Nos vamos a fumar...

Un par de besitos y nos vemos en la próxima, cuando nos transformemos en multitud...


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