Nos hacemos con todas las piezas del puzle al alcanzar la madurez... (dicen), pero entonces hay que montarlo, encajar cada fragmento sin forzar ni romper ninguno, pues de lo contrario no veremos nítida la imagen nunca.
La dificultad consiste en armar aquellas partes del mismo color, la arena y la tierra, los cielos azules, las alas blancas que nos permiten volar por ejemplo, y que, como los sentimientos son difíciles de encajar unas en otras en un todo armonioso.
Y tras haber completado el puzzle, va y hasta descubramos/descubrimos que es un espejo, y que su imagen es la nuestra... pero ya ni nos reconoce, ni nos reconocemos.
A pesar de ...
Y como musiquita, Ane Brun... una delicia para los oídos, la mente y el corazón.