Hace un año descubrí a Guy Delisle, un dibujante de comics canadiense, y gracias a él aprendí que la capital de Corea del Norte se llamaba Pyongyang.
No lo conocía, pero me gustó su dibujo minimalista y adivinaba un ácido sentido del humor que me convenció para elegirlo entre los otros dos que habían pasado a la final en mi intuitiva selección.
Y acerté, porque me pareció una de las mejores novelas gráficas que he leído en los últimos años. Es un relato autobiográfico del propio Delisle que tuvo que viajar a Corea del Norte para supervisar unos dibujos animados y cuenta en un crítico tono de humor el choque cultural entre un occidental que viene de un país libre con el rígido y represivo régimen norcoreano, su línea de pensamiento único, la propaganda y manipulación que tiene a sus ciudadanos aislados del resto del mundo y haciéndoles creer que pertenecen a uno de los paises más desarrollados y mejores del mundo.
Guy Delisle va contando sus experiencias en el país mientras alterna trabajo con un poco de turismo (siempre controlado) en lo que es un auténtico documental gráfico de la realidad social en Corea del Norte. Y además te ries (por no llorar). No es casualidad que lleve en la maleta la novela 1984 de George Orwell con la que no puede evitar hacer comparaciones.
El caso es que esta semana, con el fallecimiento de Kim Jong-il y viendo esas imágenes de norcoreanos al borde de la histeria colectiva con la muerte de su “Querido lider” he recordado las imágenes y las palabras con que Delisle ilustró el comic en el año 2003 y me he dado cuenta de que en estos ocho años no parece que haya cambiado nada en ese país. Y no parece que Kim Jong II vaya a empezar a hacerlo.
Por supuesto, recomiendo el resto de obras de este dibujante, en especial, “Crónicas Birmanas” (2008) en la que Delisle acompaña a su pareja, miembro de Médicos Sin Fronteras, a Rángun (Birmania), donde viven un año. En este libro Guy Delisle mezcla su propia historia personal y sus insignificantes preocupaciones occidentales con las dificultades de los habitantes de ese país bajo el yugo militar. Es también interesante también ver como retrata los problemas que encuentran las ONG para llevar a cabo su misión, siempre desde su punto de vista aguzado e irónico.