Revista Talentos

¡Qué cobarde fui!

Publicado el 20 febrero 2012 por Moradadelbuho @moradadelbuho

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¡Que cobarde fui!

Podría pasarme horas y horas aquí, a tu lado. Si no vengo desde hace año… pero porque no quería aburrirte con los disgustos que me da la vida… Hoy vine a recordar… A recordar los paseos de dábamos por la playa, las conversaciones a través de la verja del patio al amparo de la noche, cuando mis padres no nos veían.

¡Qué felices éramos entonces!… Pero aquel día, cuando a la puesta de sol me dijiste que era los mas hermoso que te había pasado en la vida, aquel día que me pediste que me casase contigo, que no tenía que hacer lo que mis padres querían si no era eso lo que me hacía feliz… Ese día, tenía que haber abierto la verja e irme contigo… huir juntos… Pero aún era un niño… ¡Tenía tanto miedo!.

No me atrevía ni a pensar en desobedecerles… aunque significase mi ruina. Y tú lo entendiste… y no volviste a hablar de ello. Después me enteré de que te ibas lejos… y en la víspera de tu partida me levanté de la cama a medianoche y salí corriendo al jardín, y abrí la verja… pero cuando la estaba atravesando, mi padre me llamó… su voz me hizo estremecer… y entré corriendo en casa, me tiré encima de la cama y lloré durante toda la noche; dormí casi todo el día y cuando desperté lloré más aún, pues comprendí que ya te habías ido… me había vuelto a acobardar… te había perdido.

Poco a poco me fui recuperando y mis padres empezaron a preparar todo para mi boda… la boda que mataría mi felicidad.

En la iglesia, cuando llegué al altar del brazo de mi madre… no me lo podía creer… ¡estabas allí… en la puerta!. Te miré, pero tu mirada no me dijo más que una cosa: no me pedías que no me casara… no dejabas que tus ojos reflejasen lo que sentías… querían que yo decidiese por mi mismo… Yo dudé. Quería salir corriendo de la iglesia, quería huir contigo, enmendar el error que había cometido un año atrás… Pero mis pies no se movían… con un gran esfuerzo moví un pie… ya estaba, después del primer paso iría el segundo, ya no tenía ni que pensar en ello, sólo tenía que pensar en ti y en abrazarte.

Pero mi madre aún no me había soltado el brazo, y cuando intenté soltarme, no me dejó moverme. Le supliqué con la mirada que me soltase, que tenía que hacerlo… Entonces ella te vio y supo que su idea de casarme con esa rica noble peligraba.

Me soltó y se giró con la intención de ir hacia ti… yo le cogí del brazo… pero ella me miró duramente, más que nunca… se soltó… y fue hacia ti… Tú no te resististe y saliste de la iglesia.

No sé como transcurrió la ceremonia… yo no podía apartarte de mi mente… sólo durante un segundo dejé de pensar en ti, y fue el segundo en que la hijita de mi tía me tiraba tímidamente del pantalón del traje para que le prestase atención y me tendía un pañuelo. Mi madre se había dado cuenta de que estaba llorando… En ese gesto vi que por fin me comprendía… pero ella tampoco se atrevía a enfrentarse a mamá…

Al terminar la ceremonia vi que mi madre estaba en la puerta y su pe que tú estabas allí fuera… Entonces me entró el pánico… no quería que me vieses casado… no quería que vieses la muestra de mi cobardía… Pero mi mujer me obligó a andar… y te vi. Me mirabas fijamente. Era una despedida… no quería irme… aún estaba a tiempo… pero me arrastraron hasta el coche y lloré silenciosamente durante el trayecto. Por la noche, lágrimas silenciosas recorrían mi rostro y así fue durante días…

Había perdido a la mujer que amaba… por cobarde. Y lo peor es que estaba seguro de que no volvería a amar a nadie más… que te seguiría queriendo pasados los años…

Los rumores me llegan y hasta mi mujer hablaba de ti… esa desgraciada, que no tiene dónde caerse muerta, y que desperdicia su vida… se mata a trabajar para pasarse todo el tiempo que no está trabajando metida en las tabernas del pueblo… apostando y bebiendo hasta dormirse… y todo por mi culpa.

Hoy vengo a decirte que me marcho. Ya no aguanto más. Pienso en ti, y en cuánto me equivoqué… voy a huir. Ahora mismo. Esta bolsa que ves aquí es todo el equipaje que tengo… también tengo algo de dinero… Sigo teniendo miedo; le tengo más miedo a mi mujer del que tenía a mi madre… pero veo a mis hijos felizmente casados… y sé que ya no es necesario que aguante más.

¿Sabes?, si no hubiese tenido hijos me habría ido antes… pero no quería que a ellas les pasase lo mismo.

Por primera vez en todos estos años, al salir por la puerta de casa, respiré aire puro… Por fin podré vivir mi vida, no la de mi familia.

Este es el primer paso de mi huida: venir a verte y a decirte que siento mucho no haber sido capaz de irme contigo antes… pedirte que me perdones… pero en el fondo sé que hace tiempo que me has perdonado y que no me guardas ningún rencor… Porque tú siempre supiste comprender… Por eso me duele tanto saber que te dejé escapar y que ya no podemos estar juntos…

Me pongo a llorar y cuando las lágrimas remitan y consiga ver algo, me alejo de tu tumba, rogándole a Dios para que mi vida acabe pronto.

Imagen | El Rincón de Anacoreta


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