Revista Literatura

¡qué empiece el espectáculo!

Publicado el 23 julio 2012 por Jrdecea

Aquí os traigo hoy, en esta tranquila noche valenciana, un nuevo cuento al que una magnífica ilustradora está dando color y haciendo realidad sus personajes.
En “¡Qué empiece el espectáculo!” se cuenta cómo un modesto circo, el Circo Markus, se sobrepuso a una grave situación que se le presentó durante su temporada de actuaciones en aquella Villa. El Circo protagonista de esta historia era conocido por sus bien cuidados y amaestrados animales. Ellos son los protagonistas de este relato…bueno, ellos y sus cuidadores.¡Qué empiece el espectáculo! es un buen ejemplo de cómo el Espíritu de Equipo y el Compañerismo, valores que poseían los integrantes del Circo Markus, son básicos para salir de cualquier situación por complicada que parezca.
No cabía un alfiler bajo la gran carpa de franjas rojas y blancas -como si del forro de un viejo colchón se tratase- del circo que aquellas fiestas, las Patronales de la Villa, acampó en sus afueras.
Disfrutaban por aquellos lugares de una bonita tarde de sábado cuando se disponía a dar comienzo la primera representación del grandioso espectáculo que, el Circo Markus, iba ofreciendo por todo el país. La expectación era máxima y se notaba reflejada en las miradas de los niños que abarrotaban las gradas y esperaban impacientes el inicio de la sesión. Todo eran risas, preguntas sin respuestas, gritos…La espera, entre el comer de palomitas, el dame un puñado más de pipas, y el estate tranquilo que ya empieza pronto, se hacía interminable. Los padres no sabían cómo retener a sus hijos presos de una excitación difícil de disimular.
¡Se apagan las luces!
Un rumor recorre los distintos niveles del graderío.........
Pero si por algo era mundialmente conocido el circo Markus, era por los animales que ponía en escena. Sí, el mago, los equilibristas, los artistas sobre bicicletas de una rueda, los payasos,…todos eran espectaculares; pero los animales que poseían no sólo eran conocidos por lo bien amaestrados que estaban –que lo estaban y mucho–, sino por los cuidados exquisitos que recibían de sus cuidadores. Los leones, los dos elefantes, el dromedario, las cuatro cebras…, los monos –éstos sí que eran graciosos–, cinco monos con una inteligencia prodigiosa. ¿Qué me dicen del oso Guski?, tan grande, bonachón y a la vez tan fiero; con esas garras y ese gruñido que amedrentó a toda la concurrencia. Sí, los animales lo eran todo en el circo y sin ellos no gozaría del prestigio que tenía más allá de por donde el Sol se pone.
En aquellos días de fiesta llegaban al pueblo vendedores y artistas callejeros; ésos que tienen uno o dos números y que repiten sin cesar captando la atención de la gente y recibiendo unas monedas que les permiten seguir viviendo del espectáculo que ofrecen. Entre los forasteros, arribó una compañía que presentaba unos números de saltos y acrobacias en suelo, formando torres humanas, no sin cierto peligro. Acamparon próximos a los terrenos en los que se hallaba extendida la gran carpa del circo Markus, con sus carromatos de vivos colores a su costado.
Se sucedieron los días de fiesta y el circo acaparaba toda la atención del pueblo y sus gentes, con gran disgusto y enfado por parte del grupo de acróbatas.
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Tras varias horas de tensa espera por el informe del veterinario, éste dictaminó: los animales están envenenados...............................
–Ya está –dijo Gabriel–.Nosotros conocemos perfectamente a nuestros animales y somos capaces de imitar todos sus movimientos porque vivimos con ellos desde que nacieron. .......
Fue un abrir y cerrar de ojos. Todos empezaron a moverse, pero…
Un murmullo empezó a recorrer las gradas bajo la gran lona. Las protestas empezaron por la parte más alta. ¡Esto es una tomadura de pelo!, decían. ¡Que nos devuelvan el dinero!, pedían enfadadísimos otros.
¡GRAUUGGHH!, se oyó como un trueno el rugido de un león y la lona a rayas se cimbreó como si alguien superior la estuviese moviendo con la mano asida al cono superior. El rugido hizo callar a todos y amedrentó a la mayoría.............................................
Las fiestas tocaban a su fin y el maestro de ceremonias del gran circo Markus hacía su aparición, por última vez ese año, metido en su haz de luz azulada ante los miles de personas que ese día abarrotaban las gradas extras que se habían colocado.
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Sólo quedaba que el hombre de la chistera y metido en impecable frac dijese con voz más potente que nunca: ¡Qué empiece el espectáculo!

http://people.safecreative.org/jose-ramon-de-cea-velasco/u1108080449272.

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