10 de enero de 2014
¿Qué esperas de la madrugada?
Has recuperado el sabor del café
y del cigarrillo mientras ella duerme.
Revisas los poemas escritos,
las grietas de las paredes
que la pintura blanca no logra disimular,
y no encuentras sino el recuerdo
de aquellas noches junto a tu padre
cuando juntos volvían, ya tarde, hacia la casa
que ahora cobija otros pasos.
De él heredaste el amor a la noche,
la maltratada por los mitos,
esas ruinas que todavía persisten
y que nos impregnan de debilidad
y de miedo. Mañana
otro tal vez te recuerde
en la penumbra de una calle sola
donde te delata la tímida luz y el olor
del tabaco.
¿Qué esperas de la madrugada?
Ve, duerme. Los poemas,
como las grietas, siempre arrojan
alguna verdad que tiembla del otro lado.
Duerme, mañana
habrás ganado el alba
y habrás perdido toda la vida
de esta noche.