Ayer leí un artículo en una web donde hablaban de qué cosas ya no quedan bien cuando cumples los 30, y me quedé con una sensación extraña en el estómago. Independientemente de la veracidad o del criterio con el que la autora de tal artículo nos vea a las mujeres, (no estoy para nada de acuerdo con lo que dice salvo en lo de los sujetadores: en el Oysho no me entra ninguno) lo que sí es cierto es que no soy para nada el prototipo de mujer de más de 30 que siempre había tenido en mente.
En abril cumplo 33 años. Aún recuerdo cuando estaba en bachillerato y tenía mi vida planificada, cuando creía que en cuanto acabase la universidad empezaría a viajar por el mundo, encontraría a un hombre rizoso y medio chalado como yo en algún rincón exótico del planeta y acabaríamos compartiendo una cabaña entre palmeras en alguna cala de Brasil. Para los 33, suponía yo, cierto es que no me veía con familia numerosa ni chalets con jardincito, pero sí con estabilidad, independencia y perro. Tener perro propio (no de tu familia, sino tuyo, sólo tuyo) es señal de madurez.
Y aquí estoy yo, la treintañera que sigue vistiendo con ropa de ovejas y gorritos con orejitas. La que vive con sus padres porque no tiene estabilidad económica, la que no ha tenido pareja estable más de dos años seguidos... la que no conoce más responsabilidad que la de mantener con vida a una violeta africana. Una mujer que se sigue mordiendo las uñas y vistiendo con zapatillas, que no sabe cocinar y que sigue disfrutando con las películas de dibujos animados y jugando a videojuegos en sus ratos libres. Alguien incapaz de invitar a cenar a un chico interesante a su casa, porque su casa es un dormitorio repleto de ovejas de peluche y muebles de colores. O un Renault Clío de 3 puertas. Que me hace gracia eso que dice la autora del artículo acerca de no frungir en coches, que eso es muy de veinteañeras y que no tenemos ya el cuerpo para tales meneos. Perdone usted pero es que tengo el chalet de la playa a desmano ahora mismo xDDDD
No soy para nada parecida a lo que se supone que debe ser una treintañera. Soy responsable y seria cuando hablamos de trabajo, por ejemplo, pero siempre lo he sido y no ha sido algo adquirido con la madurez. Al contrario; creo que cada año que pasa soy más pava: esto se me está yendo de las manos.
Yo no sé hacia dónde se encamina mi vida año tras año, (y de eso se trata) pero sí sé que no se puede hacer planes ni tener ideas preconcebidas de nuestro futuro. Creo que, en definitiva, mi reloj biológico está escacharrado y que va un poco más lento que el de la mayoría. Que sigo en la edad del pavo, que aún tengo que dar el estirón y que aún me quedan algunos años de adolescencia rebelde. Y que el día menos pensado me estabilizo, me sale un curro decente, encuentro un noviete formal de esos con los que haces la compra y planificas las vacaciones, alquilo un pisito y adopto un perro. Y entonces la autora del artículo ese de las treintañeras se va a enterar de lo que es madurez. Que estoy mu loca, eh. Lo mismo hasta aprendo a cocinar y todo.