Las baterías son unos dispositivos que permiten almacenar la energía eléctrica para luego liberarla cuando se conecta con un circuito de consumo externo. Después de haber liberado la energía pueden ser recargadas conectándolas con polaridad invertida a una fuente de energía externa. Pero cuando una batería llega al fin de su vida útil debe ser reemplazada.
Estas baterías gastadas están hechas de placas, plomo y óxido de plomo con un 35 % de ácido sulfúrico y un 65 % de solución de electrolito de agua, lo que las convierte en un residuo peligroso. De hecho, la batería de plomo fuera de uso está catalogada como residuo especial.
Estas baterías representan casi un 60 % de todas las baterías vendidas a nivel mundial, y una sola de ellas contiene unos 10 Kg de plomo, 2 kg de disolución de ácido sulfúrico y una cantidad considerable de plásticos contaminantes. Por eso es muy importante su reciclaje, ya que el daño ecológico que una pequeña cantidad de baterías mal gestionadas puede provocar es enorme. El filtrado en la tierra de los ácidos, químicos y metales que contiene la batería puede ser altamente tóxico, contaminar el agua e, incluso, puede provocar explosiones.
Por eso no debemos deshacernos de ellas en el mismo lugar en el que nos deshacemos del resto de las basuras del hogar. Existen puntos especializados para desechar estas baterías gastadas en las que pueden ser gestionadas según los procedimientos especificados en las leyes relativas a los residuos.
Además, su reciclaje es obligatorio por ley. De hecho, una batería de plomo-ácido es un producto cuyos materiales pueden ser reciclados en su totalidad. El plomo es casi 100% reciclable y, generalmente, su nuevo uso será en las baterías nuevas. Los componentes plásticos también se pueden reciclar para crear las baterías nuevas y otros productos. Y el ácido sulfúrico se puede reciclar y utilizar en baterías nuevas, se puede neutralizar, purificar y probar antes de ser lanzado como agua limpia, o se puede convertir a sulfato de sodio (un producto usado en fertilizantes, en los tintes y en otros productos).
El proceso de reciclaje comienza con la rotura parcial de la batería mediante una trituradora para extraer el ácido y almacenarlo en un depósito de gran tamaño. A continuación se realiza un lavado de los restos y se separa la pasta de plomo mediante una criba. Los restos se introducen en un depósito lleno de agua y se separan mediante flotación en agua, pues su densidad es menor a la del agua, mientras que el plomo y las pastas que no se han separado anteriormente caen al fondo del depósito y se retiran.
Otro proceso de reciclaje, considerado el más beneficioso con el medioambiente, es el de reciclar los compuestos metálicos de plomo y sus aleaciones por un lado, y la pasta de plomo mediante procesos de desulfurización por otro. Gracias a estos la pasta puede introducirse en los hornos sin que la producción de SO2 sea tan elevada.
En definitiva, cuando una batería pierde su vida útil hay que deshacerse de ella en un punto especializado donde sepan gestionarla como residuo y, a partir de ahí, proceder con su reciclaje. Así ayudaremos al Medioambiente a mantenerse más sano y más limpio.