En tu carrera como actor o actriz siempre habrá ocasiones en las que no estés de acuerdo con las indicaciones que te dé el director. Al fin y al cabo lo que haces es interpretar, ¿verdad? Y toda interpretación se basa en la subjetividad. Por tanto, estas diferencias siempre sucederán.
En ocasiones tendrás tú tu propia visión sobre un personaje o una escena, el director tendrá otra y su dirección chocará con tu manera de entenderlo. Y eso te hace pensar: ¿Deberías confiar en los instintos del director o en los tuyos? ¿Cuáles son más válidos? ¿Existe algún tipo de protocolo a la hora de solucionar estas desavenencias?
Dale primero una oportunidad al director
Quejarse a la primera de cambio no es el remedio para solucionar tus diferencias. Al fin y al cabo, tu trabajo es hacer las cosas fáciles para que la maquinaria de una producción ruede sin problemas y sea más fácil que te vuelvan a contratar. Por esta razón, la mayoría de las veces acabarás tragándote tus opiniones y haciendo caso a cualquier indicación, por desacertada que te parezca (“Sí, sí, claro, ahá, entiendo, gracias”).
Sin embargo, queremos hacerte cambiar un poco el punto de vista ante este tipo de situaciones. ¿Qué pasa si no solo acatas la dirección sin rechistar, sino que das tu 200%, aunque no estés para nada convencido de lo que el director te está indicando? Pues que te puedes llevar sorpresas:
Puede que encuentres algún matiz en el personaje que nunca habías considerado; Puede que, tras seguir las pautas indicadas, el mismo director vea que no funciona y lo acabe llevando por otro lado, con lo que el caso se solucionaría solo, y además no se te podría reprochar nada porque tú diste lo mejor de ti; O puede que te des cuenta que el problema no son las indicaciones del director, sino tus MIEDOS.
Como actor, a la hora de interpretar debes afrontar a menudo situaciones que no te son cómodas. Te dará miedo interpretar una emoción que te resulta inexplorada, o con la que no te encuentras a gusto. El caso es que temes hacer el ridículo, y ese es uno de los peores enemigos del actor. En estas ocasiones, el remedio no es reprochar nada -aunque inconscientemente éste sea tu medio de defensa- sino aceptar las directrices y afrontarlas con valentía.
A veces es necesario salir de tu área de confort y explorar qué puede haber ahí: algo genial o algo catastrófico, pero no lo sabes hasta que no lo intentas.
Un buen actor no debe tener miedo a probar incluso aunque crea que no es lo más adecuado. Y que el director te indique unas pautas no quiere decir que éstas sean las que finalmente se lleven a cabo. Todo forma parte de la exploración.
Como actor, debes ser siempre flexible y tener en cuenta que, actores y directores, tienen siempre el mismo objetivo: hacer que el proyecto funcione.
Si no funciona, comunícalo con educación
Habiendo dado todo para seguir sus directrices unas cuantas veces, puede que sigas sintiendo que hay algo artificial, que sigue sin funcionarte. Pero ahora el director seguramente está más abierto a escucharte que si protestas desde el principio. Después de haber probado algo en su totalidad es cuando puedes discutir mejor.
Ha llegado el momento de abordar el tema de una manera profesional y con educación.
Lo más probable es que el director sea una persona ocupada y muy pendiente de lo que pasa en muchos departamentos a la vez, ya es quien tiene la visión más general del proyecto. Por tanto, para asegurarte de que oye tus necesidades, no elijas cualquier momento, sino el que creas que es bueno para él, normalmente cuando ya ha terminado de hablar con los miembros del equipo. El mejor momento es siempre cuando el director está hablando contigo directamente sobre el personaje o la escena. Y si no, al final del día. Pero cuanto antes, mejor. Guarda tus objeciones un rato, aunque no esperes en exceso, pues se pueden hacer una bola.
En cuanto a la manera de comunicarte con él, podría ser algo así: “He probado lo que me dijiste, pero sigo teniendo dificultades con esta parte, porque…”.
Puede que solo fuera cuestión de que no lo llegabas a entender bien y tus dudas se aclaren en ese momento, y aunque no fuera así, la comunicación siempre es beneficiosa, porque se pueden llegar a otras soluciones que no se habían pensado antes (¡y a lo mejor una nueva idea acaba resultando la mejor de todas!).
Caso extremo: rechazar el proyecto
Lo primero de todo, no tienes por qué aceptar un proyecto con el que no estás de acuerdo, sea porque trabajas con un equipo -y director, en este caso- con el que no estás a gusto, o sea porque hay otros aspectos del proyecto que no te convencen. Antes de firmar, haz preguntas y asegúrate de que el director comparte la misma visión que la tuya con respecto al guion o el libreto.
En ocasiones puedes darte cuenta de esto cuando ya es demasiado tarde. Si tienes representante, deberás hablarlo con él y, si no, una vez hayas analizado los pros y los contras, tu instinto será el que te dicte la solución más acertada ante tal conflicto, aunque no sea un trago de buen gusto.
Ante todo, recuerda, siempre que rechaces un proyecto, hazlo con educación.
Lo que nunca debes hacer
Pase lo que pase, incluso cuando acumules toda la rabia del mundo, no es buena idea que hagas lo siguiente:
- Preguntar constantemente cosas que era tu deber haber analizado (¿Por qué hablo con este personaje? ¿Por qué voy a ese lugar? ¿Por qué me siento así? ¿Por qué, por qué, por qué…?).
- Sabotear la escena para confirmarte a ti mismo que no funciona.
- Hacer pasar un mal momento a tus compañeros escénicos.
- Llevar siempre la contraria haciendo el trabajo difícil para el resto de profesionales, que además sentirán que no confías en ellos.
- Recurrir a gritos o insultos.
- Llevarlo al terreno personal (si el director se siente juzgado por un actor puede ponerse a la defensiva, y esto no solucionaría nada).
En resumen, respeta las habilidades artísticas de los demás y sus puntos de vista, comunícate responsablemente con los otros, sea con el director, o con cualquier miembro del equipo y recuerda que los mejores directores son los que te indicarán cosas nuevas, te harán experimentar, encontrar.
Ser flexible e intentarlo, incluso enfrentándote a tus miedos, es lo que te hará ser mejor actor.
¿Qué has hecho tú cuando no estabas de acuerdo con una dirección o una interpretación de un personaje marcada por el director? ¿Qué te dice tu instinto cuando te enfrentas a estas situaciones? ¡Coméntanoslo en las redes!
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