
¡Qué lástima!, dices. Sí, qué lástima
de sangre invisible derramada en la efervescencia
que pone ideas al hastío del presente
de la poca vida de una colmena simple,
si solo basta abrir las alas y rozar las flores,
transportar su polen, el propio elaborado
y no este hurto de zánganos, su fealdad,
la colmena succiona la individual alegría,
el abrazo, el calor amigo, la paz interior
y deja un rastro de ojos vidriosos,
de alas despeñadas, rotas,
de valor consumido y protesta callada,
¡qué lástima!, dices, ¡qué lástima!MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}♥ ღ ♥
