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Qué le pudo pasar a Maradona

Publicado el 20 octubre 2009 por Eandres
Qué le pudo pasar a Maradona
Vaya por delante que soy un admirador compulsivo del jugador-Maradona: Desequilibrante y genio en el campo y auténtico líder protector y solidario con sus compañeros en el vestuario.
Sin embargo, oyendo la rueda de prensa del último partido entre Uruguay y Argentina, con triunfo de esta última por 0-1 en los minutos postreros del encuentro y con clasificación incluida para el Mundial de Sudáfrica, nos encontramos con un Maradona- Seleccionador que nos abochornó con sus declaraciones, no tanto por el fondo como por las formas. ¿Qué pudo ocurrir? En este artículo voy a intentar dar mi impresión particular sobre cómo la presión puede influirnos a todos aquellos que en algún momento asumimos responsabilidades encabezando un grupo de alto rendimiento, ya sea deportivo o de cualquier sector del mercado.
A mi juicio, lo primero que tenemos que hacer para que no ocurran estas situaciones es hacer hincapié en la selección de la persona que tiene que dirigir bajo presión. Uno de los mayores baluartes que debemos exigir, que no el único, es el autocontrol, pues este cargo es un amplificador emocional del grupo: si tenemos confianza, el grupo mostrará seguridad; si tenemos miedo, el grupo mostrará pánico.
En el alto rendimiento existe un core o núcleo principal y unos factores externos que giran permanentemente alrededor de él: En el deporte serían la prensa, la organización, el público, los agentes o representantes, la familia y en el mundo empresarial estos factores lo compondrían los stakeholders.
Todos ellos generan una presión sobre el núcleo central que, de un modo u otro, afectan o influyen en su devenir diario y, por ende, en sus resultados. Esta presión es como la energía, ni la creamos ni la evitamos, pero se puede transformar. Ahí es donde entra en juego el director o líder de un grupo.
En el caso de Maradona, imagino que utilizó las feroces críticas a su juego y el miedo del país a quedar fuera del Mundial como elemento cohesionador del grupo y una motivación extra para sus jugadores. Hasta ahí todo bien, pues todos los entrenadores hemos utilizado ese recurso en alguna ocasión. Ahora bien, si es un recurso, una vez conseguido el objetivo se pasa página y no se hace público. El problema es cuando se justifica como un fin. Ahí comienza una batalla que me temo no acabará bien, pues no se puede vivir en contra de algo que no se puede eliminar, como decíamos anteriormente.
En el mundo empresarial también ocurre estas situaciones pero a la inversa. No se hacen declaraciones públicas, pues dañaría gravemente la reputación corporativa, pero sí se trasforman en destrucción del clima laboral, injusticias con el equipo o incoherencia con lo que uno predica y lo que hace.
En definitiva, el hecho de que nos supere la presión viene originada por una falta interna de confianza hacia uno mismo, hacia el equipo o hacia el trabajo realizado y, sobre todo, por una desvirtuación del sentido del resultado. Para mostrarlo gráficamente, nos podemos imaginar cuando pasamos un precipicio de lado a lado sobre un tronco de madera. Si miramos al fondo y vemos todo lo que nos puede acontecer si nos caemos, estamos generando unas reacciones fisiológicas propias del miedo que nos van a agarrotar, a quitar la confianza y, al final, van a hacer que nos despeñemos. Sin embargo, si atravesamos mirando al frente, recordando todas las veces que lo hemos hecho bien, mirando todo lo que nos espera al cruzar, las sensaciones serán de confianza, de ilusión y de motivación y seguro que lo cruzaremos.
Disculpo a Maradona, aparte por mi antaña admiración, por su falta de experiencia en esas lides, pero aconsejo a quien corresponda que trabaje ese tipo de situaciones si no quiere que la próxima vez se despeñe de veras, y con él unos cuantos.

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