¡Que mala pata!

Publicado el 17 octubre 2013 por Neuriwoman


Autoretrato2: mi pie soberanamente aburrido, mi perro lo esta más todavía.

Por fin tengo de nuevo Internet pero eso conlleva una buena y una mala noticia. La buena: que mi cordón umbilical a la blogosfera se ha restablecido nuevamente y la mala que me han asignado un nuevo número de teléfono. Pero que no era nuevo y a estrenar, vamos lo que viene pasando con los objetos usados y que antes han sido de otro.Y es que a Telefónica no se le ha ocurrido nada mejor que asignarnos el teléfono que antes pertenecía a la consulta de un prestigioso médico malagueño lo cual conlleva que durante todo el día reciba las llamadas de sus pacientes impacientes por verle y pedir citas. El problema no es que Telefónica no lo haya tenido el suficiente tiempo en barbecho para destetar a sus antiguos usuarios sino de Google. Porque a todo el que entra en el buscador, buscando médico especialista le aparece mi número en un montón de directorios y en varias compañías médicas.Claro que tampoco tiene gran problema la cosa (pagando como siempre) y por el módico precio de 14 euros me ofrecen cambiar a otro número, que vaya usted a saber de quien era antes y a ver si no recibo más llamadas todavía.Pero la verdad es que no me apetece cambiar porque ya me enamore de él. Porque es de esos números cantarines que se te fijan a cal y canto en la cabeza. Que entran en tu memoria sin haber hecho el esfuerzo de memorizarlo. Es de esos números que embelesa, que tiene varios digitos repetidos, vamos que es sonoro y comercial. Y en mis afectos por los números primos es todo un amor y permite varias recombinaciones de lo más florido.Así que de momento he optado por aplicar un parche...enviar todas las llamadas al contestador automático y evitar el tener que salir corriendo en busca del inalambrico que suena en la otra punta de la casa. Y menos en estos días que ando con una pata quebra como dicen por mi tierra, un simple esguince de tobillo que me mantendrá a golpe de muletas durante un par de semanas.


Y es que últimamente andamos flojos de palieres y soy la tercera en sufrir una torcedura de pata en casa. Mis dos antecesores han sido el pequeño Terry y el saltarín Tomi. Aunque lo de Tomi si ha sido una continua mala pata durante todo el verano. Pero eso ya os lo cuento otro día.