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Que no inventen ellos

Publicado el 22 junio 2010 por Tuestilistaonline

QUE NO INVENTEN ELLOS
PAULA GRANDE
Hoy parafraseo la famosa sentencia de Unamuno para traeros una selección de prendas y complementos de moda que más hubiese valido que se quedasen por siempre en el cerebro de sus creadores (aun a riesgo de provocarles daños permanentes) en vez de haber cruzado la línea que separa la imaginación de la realidad, materializándose en objetos cuya mera misión provoca escalofríos de espanto (propongo, desde ahora mismo, combinar estos dos conceptos en una única palabra: espantofríos).
QUE NO INVENTEN ELLOShttp://vorfas.tumblr.com/
La verdad es que he tenido que pensar un poco para escoger diez, y sólo diez, iconos de la contramoda. Ahí va mi lista, que espero que compartáis en gran medida.
1. Los coleteros de tela fruncida, especialmente los de terciopelo. Si es de color burdeos o dorado, todavía peor. Pocas prendas tienen efectos tan devastadores por centímetro cuadrado. El aspecto trasnochado de cualquier estilismo está garantizado.
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2. Las pulseras-con-anillo-de cadenita. Son como una esclavina que se prolonga por el dorso de la mano hasta llegar al dedo corazón, en el que se engancha. Traducción al mundo de la bisutería de los típicos remates de manga de los trajes de patinadora artística.
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3. El tul color carne. La mención a las patinadoras en el punto anterior me ha traído a la mente este gran ejemplo de “quiero y no puedo”. ¿Cómo hacer para mostrar chicha y no pasar frío? Muy fácil, cubriendo el escote, los brazos, la espalda y, en general, cualquier parte susceptible de ser enseñada con tul o gasa color carne, a ser posible tachonado con cristalitos de strass.
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4. Las deportivas con cuña. Para aquellas que, como mi fashionista preferida, no son capaces de pensar sin tacones. Aunque más valdría que renunciasen, al menos temporalmente, a esta función superior de sus cerebros mientras practican deporte, ya que corren peligro de dañar otras partes de su tren inferior.
5. Las bragas-semanario. Ya sabéis, esas que llevan impreso el día de la semana en la parte delantera o trasera; llevaba años sin tropezarme con ellas y creía que sólo las fabricaban para niña, pero el otro día las vi nuevamente, y en versión adulta. Que queréis que os diga, a mí me recuerdan a los paños de cocina comprados en Portugal. Además, con lo maniática que soy, sólo podría ponerme las bragas el día correspondiente, lo cual limita mucho las posibilidades de uso de la prenda.  
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6. Los corbatines de novio. Me parece que ya os he hablado de ellos, esos color gris, cortitos y que habitualmente se completaban con un alfiler con perlita. Creo que el último ejemplar fue avistado allá por principios de los años 90.
QUE NO INVENTEN ELLOS7. La camiseta masculina de tirantes. Por si aún no lo sabéis, estimados lectores, las camisetas para hombre que dejan los hombros al descubierto sólo son admisibles para jugar al baloncesto o hacer chapuzas domésticas. Nada de salir a la calle con ellas puestas, y menos aún si son de sisa amplia y/o tejido tipo “rejilla”, más o menos tupida. ¡Sólo visualizarlo me da grima!
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8. Las pantuflas de cuña y con borla. Cuando era niña, lo más de la moda doméstica eran para mí unas zapatillas de andar por casa, blancas, rosa bebé o azul cielo, hechas de piel finísima, con cuña y descalzas por detrás, que en el 99% de los casos estaban rematadas por una borla de angora u otro material similar. Hoy me parecen casi tan feas como las fanequeras de plástico, sólo que menos prácticas.
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9. Las medias blancas. Sólo son aptas para vestuario de enfermera “sepsi”, por lo que la posología recomendada limita su utilización a: Carnavales, despedidas de soltero/a (las puede usar tanto la animadora de la fiesta como la contrayente, si sus amigas tienen suficiente mala leche) y partys privadas en pareja.
Hasta ahora, he hablado de prendas o complementos que son poco favorecedores, auténticamente feos o bien terriblemente incómodos. Pero sólo se me ocurre una prenda que reúna las tres características anteriores, y es (tan-ta-ta-chaaaan......)
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10. El body lencero con aros incorporados, con el cual no sólo era una odisea ir al baño; también era mucho menos ponible que cualquier combinación de braga y sujetador ante el riesgo de que asomase o se transparentase bajo la ropa de calle, por no mencionar que el resultado, visualmente, era menos favorecedor que el de un conjunto de lencería de toda la vida, ya que o bien te tiraba de la entrepierna hacia arriba (ay, qué dolor) o bien con el uso se estiraba y formaba arruguitas en la barriga, cual chow-chow femenino. Vamos, una joyita.
Pero de esta y otras prendas de lencería prometo hablar otro día.
Hasta la próxima semana.  

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