Cuando contar ya no empieza con un Érase una vez ni termina en un colorín colorado...
No me queda voz, ni grito, ni palabra, aunque ésta sea muda y en su eco creáis en la falaz armonía de alguna ola traviesa que no calla... No busco consentimiento ni en la escritura, , ni en los cuerpos ni en la blancura del alma, caricias eternas de las manos en la piel, de cuerpos anidados y arrebujados sin sábanas, placer congelado en el instante que fue, es, y como el tiempo, busca una aciaga tempestad en la marea de un presente que navega entre pasados y futuros, abandono, letargo, el placer que se detiene en este segundo, mirada ciega en lo umbrío de la fantasmagoría que abriga la luz, pliegue en las sombras, cuando todo era comulgar con las lágrimas, roce, piel, abismo, pubis, muslos y el corazón que se abría por la boca, la cosecha regada por la simiente derramada en el útero de un eterno retorno, y luego la apertura ciega del alma, la entrega a medias, las puertas sin cerrojos, el tiempo sin edades, esencias, comunión, espera, lágrimas, el consuelo de la ida sin retorno.Tiempo es, acariciémonos las lágrimas, besémonos los párpados, compartamos las pestañas de par en par, un estar sin ser en nosotros, un aullido, un grito compartido y mil cuevas llenas de silencios, nuestro todo, nuestras fugaces luces, nuestra nada, el compendio de un universo que navega más allá de la eternidad, nuesros silencios de hombres y mujeres en nuestras cavernas, nuestros regazos de hembra en celo, el principio y el final, amantes, amados, allá de donde venimos, costillas, Lilith y Evas/Adanes, Caínes y Abeles, nacimiento y muerte, lo sublime, el amor en su desgarro.Él, a solas, lejos de nuestra costilla, compendio de estrellas, firmamento, nada, absurdo, el todo, un nuevo universo.Voy regresando de a poquitos. Mil gracias por la espera y la fidelidad.
