Vine de verano con muchas ideas en la cabeza y algunas de ellas ya están cobrando forma (os iré contando...). Entre los cambios que tenía pensados para mi blog, una de las cuestiones que más vueltas me ha dado en la mente es cambiar de URL para que tenga una propia. Eso estaba más o menos decidido... un dominio personalizado. Pero... ¿con el mismo nombre?
Mi título no es muy manejable si se ve el blog desde fuera. La url con este título no es fácil, así que me planteo cambiarlo por una frase en inglés. Muchos blogs de moda terminan por recurrir a frases o palabras en inglés y me parece bien. Es una forma de hacerse entender. Al fin y al cabo estamos en un ámbito en el que intercambiamos ideas y el lenguaje común se mezcla, se presta y se complementa.
Así que registré un dominio nuevo... con otro título. ¿Locura? mmmmmm. ¿Error?
Ahora estoy a un click de redireccionar mi blog a su nuevo hogar, con personalidad propia. Pero me da miedo. ¿Qué hago?
El mayor miedo que tengo es perderos. Cada seguidora para mí es una persona concreta, con su blog detrás, con sus comentarios... Me gusta identificar perfectamente a cada una de las lectoras. Sé cómo es su blog, cómo es su estilo... Sé qué cosas voy a encontrar en sus post, a cuál de ellos recurrir para inspirarme con un look o para saber más del mundo profesional de la moda.
Esta es mi forma de hacer las cosas. Siempre en pequeñito, en pequeñas cantidades, en grupos manejables... Me agobia la masa y este rincón me da tranquilidad y me parece entrañable. Pero... ¿¿desapareceis si le doy al botón de nueva url?? ¿Me quedaré sin lo mejor del blog, que son sus seguidoras?
Si alguna ha optado por un redireccionamiento y sabe qué ocurre con la experiencia, os agradeceré mucho vuestros consejos.
Y para que me echéis una mano con esta perspectiva del cambio, decidme... ¿estaréis ahí cuando haya cambiado de nombre?
Espero que sí.
Renovarse o morir... dicen.
besitos.