© Olga Ageeva
Palpitan otros corazones a tu lado, mientras vos sentís tus manos ausentes de coraje cerrarse en puño, al mismo tiempo que dentro de tus venas algo corre raudamente tratando de gritarte que ya es muy tarde o muy temprano, que el momento ha llegado o se ha ido, que nunca llega la hora del grito ahogado tratando de decir la verdad, que esa bocanada de aire que buscás a la noche luego de una pesadilla es el aliento de él, que su mirada sobre tus ojos es lo que añorás, pero que te morís de miedo; y dosificás la nada, cortás las horas en pedacitos y los guardás en una cajita, sumando y sumando días sin que pase nada.
Entonces, confirmada la decepción de tu inacción cobarde, inclinás y escondés la cabeza entre las rodillas, como cuando eras chica, y llorás con hipo, hinchás tus ojos, bebés la sal de tus lágrimas, crees morir pero no pasa nada.
Mientras escribo esto, en una tarde nublada y destemplada donde conozco ya demasiado sobre la vida de las hormigas que se trepan al jazmín descaradamente, siento que es el momento de decirle qué sueño, y de contarle que en su casa fui más feliz que en cualquier otro lugar del planeta, que ese mini cosmos es un paraíso lleno de colores para mí y adoro cada recoveco que esa estancia, que las horas no pasan, o sí y muy rápido, que sé lo que deseo pero no me animo a plasmarlo en un lienzo por temor a errar con los colores.
Qué pasaría si hecho a perder el paisaje y los árboles de ahora en más nunca vuelven a tener un otoño o se esfuman los círculos de luz que se forman alrededor de la luna debido a no sé que fenómenos meteorológicos? O si la primavera no llegara nunca más y en la huerta donde se usualmente despiertan las hierbas a la nueva vida, sólo quedara tierra reseca y resquebrajada?
Qué pasaría si me bebo todo el coraje y voy a golpear suavemente su puerta… y si él está… comenzar a balbucear, o lo que es peor: olvidar el idioma y quedarme muda y rígida como una estatua de sal, y morir allí parada.
Qué pasaría si me animo y le cuento que vi las señales y que todas me llevaron hasta allí, pero escucho que estaba equivocada… qué pasaría si el pasaje en tren que lleva en su bolsillo izquierdo lo lleva muy lejos de mí.
A veces me pregunto qué pasaría si…
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