A las personas les fastidia que alguien se esté "echando flores" a sí mismo. Varios dichos populares nos recuerdan que es mejor esperar a que el otro reconozca lo bueno que tenemos, en lugar de andarlo anunciando. La modestia es agradable y es prudente. Cuando el anuncio de nuestras cualidades se ondea en la cara de los otros con altivez, la cosa puede resultar francamente molesta; además, deja al anunciante de sí mismo un tanto desnudo: "dime de qué presumes, y te diré de qué careces".
Pero el cuidado con el auto-halago se lleva a extremos que conducen a una falsa-modestia, cuando no a topes para el autoestima, porque la gente no está acostumbrada a oír que alguien hable bien de sí mismo con naturalidad, y porque hay ambientes mezquinos.
El colmo estaría en no poder hablar bien de una misma, ni entre los amigos. Yo creo que es sano y bueno decir "a mí la pasta me queda buenísima" o "tengo una gran capacidad de memoria"; pero sobre todo, creo que la gente de buena voluntad que oye algo así, pensará "¡qué bueno!"
Silvia Parque