Hoy a esta hora, hay gente celebrando el aniversario del inicio de la Guerra de Independencia. Yo vestí a B de verde, blanco y rojo para el festejo en su escuelita. Eso me representa el día: el gusto de ver "disfrazados" a los críos de mi familia. Ya he contado que no se me da el sentimiento nacionalista. Y la verdad, soy de las personas que piensan que no estamos para celebraciones patrióticas.
Aquí matan gente como si nada. Matan mujeres básicamente por ser mujeres y figuras de la talla del rector de una universidad son capaces de decir que es porque nos pasamos de libres. Ya se sabe que hay que ser libres nada más hasta donde no vaya a una a provocar que un hombre tenga ganas de violar o matar, porque el pobre hombre se verá obligado a hacer lo correspondiente.
Leí un escrito que me gustó, de una persona con buena actitud: decía que sí había cosas que celebrar, porque tras la independencia mejoraron las condiciones de vida para las personas no españolas ni criollas. Pues sí. Eso pasó. Y sin duda hay que recordar eventos históricos que fueron importantes para procesos a su vez importantes. Pero me sonó a estar agradecida porque mi marido nunca me ha quebrado un brazo ni me ha dejado un ojo morado. Aquí sigue habiendo esclavitud, tal cual, condiciones de vida precarias para muchos y una patética naturalización de la explotación.
Que los fiesteros se reúnan y festejen porque es bueno pasarla bien. Si hay comida típica o las personas se pintan los colores de la bandera en las mejillas: qué bueno. Mis respetos para quienes se sienten arraigados a esta tierra y verdaderamente quieren al país. Creo que su grito de "¡Viva México!" es una valiosa expresión del esfuerzo de su trabajo y de la esperanza de que la situación mejore. A mí la frase se me antoja plegaria: que sobreviva México a los criminales y a los corruptos, que se levante de la miseria moral. Que haya con qué pasar de la sobrevivencia a una vida plena.
Silvia Parque