Revista Literatura

Queja

Publicado el 27 marzo 2012 por Arweneressea @spica_89

En un lugar indescubierto del espacio-tiempo, se hallaban los dioses todopoderosos en su reunión bi milenaria haciendo lo que hacen seres como aquellos cuando se reúnen y que va más allá de la comprensión humana. Hasta que un pequeño mensajero los interrumpió.
- Señores -dijo poco intimidado por la grandeza de sus interlocutores-... Eh... Llegó una carta de un humano.
- ¿Cómo pudo llegar a los confines del universo una carta humana? -habló uno de los dioses (era difícil saber cual estaba hablando porque ninguno tenía boca, ni cuerpo y sus voces sonaban todas iguales)
- Si, pues... Parece que ella la lanzó al viento y la tomó un ave, hasta que la dejó caer sobre una nube y allí estuvo hasta que pasó un cohete y la llevó al espacio. En el espacio, se pegó a un satélite defectuoso que por alguna razón se salió de órbita y llegó hasta un pequeño agujero de gusano ...aunque claro todos son pequeños... Jeje ...eh y bueno cayó aquí.
Los dioses hicieron algo como un asentimiento general, claro que no tenían cabezas para asentir. Y prosiguieron a leer la carta (sin ojos, que raro). Esta decía:
"Queridos dioses todopoderosos (aunque no se cuantos son y de hecho no son nada queridos para mi), tengo una terrible queja acerca de su perfecto diseño. No, no quiero quejarme de la injusticia, de la desigualdad, de la maldad ni de ninguna de esas cosas que de seguro se quejan todos los días mis colegas humanos.
Mi sufrimiento es auténtico, como el viento que enfría mi alma por las noches y me arranca el valor de mi corazón. Escucho aullidos en mi cabeza de las bestias que me persiguen en la penumbra. Necesito un héroe que las mate, pero no puedo crear ninguno, todo el tiempo estoy corriendo y no consigo detenerme a afilar el lápiz y endurecer el papel.
¡Tiempo! ¡Oh, dioses todopoderosos! ¿Por qué si me han otorgado esta creatividad que como gusano se pasea por mi cerebro y no me han dado el tiempo para utilizarla! Me han encerrado en un mundo agitado, donde pocos valoran la profesión de soñador.
Tiempo es lo único que pido. Que se detenga que se alargue, que se libere de las molestias cotidianas y todas esas cosas que hay que hacer porque hay que hacer... ¿Es acaso mucho pedir?
Att.
Sara"
Si los dioses tuvieran rostros hubieran portado expresiones indescifrables en aquel momento.
- Anda mensajero -dijo uno-. Debes hacerlo una vez más.
El mensajero asintió y se deslizó entre los pliegues del espacio tiempo hasta llegar a la casa de Sara. Era una casa digna, con todo lo que la mujer necesitaba. Todo estaba ordenado, demasiado ordenado.
Ella estaba durmiendo apaciblemente cuando el mensajero la despertó. Tardó mucho en tranquilizarla y explicarle que hacía allí.
- Lo dioses todopoderosos recibieron tu carta -le dijo a la atemorizada mujer.
- ¡¿Están enfurecidos?!
Una vez más tardó en tranquilizarla.
- Los dioses son dioses, han dicho que tu queja es justa, pero que se niegan a cumplirla. Eso es todo. Adiós.
El mensajero se fue sin más. Pero Sara aún no se recuperaba del shock. Pasó algunos días quieta, pensando. Hasta que una noche se levantó enfurecida.
- ¡Si los dioses se niegan a darme tiempo lo tomaré por la fuerza!
Y se sentó a escribir, feliz con su decisión.
Mientras, los dioses felicitaban al mensajero por su habilidad de alargar el tiempo.


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