Buenos días, queridos.
Hoy me he levantado ególatra, egoísta, egocéntrica... así todo con mucho ego. Y es que leyendo el post sobre el amor que se ha marcado mi Fle en su blog esta mañana no he podido evitar pensar que es bonito amar y querer, pese a todo. Y dado que yo estos últimos años me he convertido en mi mejor amante y protectora, en mi princesa morada y en la única receptora de mis mimos más cariñosos, se me ha ocurrido escribirme una carta de amor y romance de esas que yo solía escribir con catorce años.
Adoro mi pelo. Desde siempre me he sentido orgullosa de mis rizos, definidos y brillantes. Me encanta lucir melenón e intento llevarlo suelto siempre que puedo, haciendo de mi cabello mi lema personal. Dejar crecer mi pelo fue más que un símbolo: con mi melena comenzó la era en la que mi nuevo yo se cuidaba y se gustaba a sí misma, y marcó un antes y un después en mis relaciones sociales. Ya sabéis lo que dicen: para poder gustarle a alguien primero tienes que gustarte a ti mismo...
A mí me gusta sentir cómo el pelo me acaricia la espalda en verano, cuando llevo poca ropa y hace brisa. Me gusta el mechón de flequillo que me cae sobre la cara, rebelde, por mucho que intente domarlo. Me encanta lo poderosa que me siento con un poco de espuma para el cabello y dos gotas de colonia.
Me gusta mi boca, de labios gruesos y definidos y dientes bonitos. Me encanta mi sonrisa y cómo se me ilumina la cara cuando me río a carcajadas, así que intento sonreír muy a menudo. Me sonrío a mí misma en el espejo, por las mañanas, mientras planeo y organizo mi día entre cepillo y pintalabios. Me sonrío a mí misma cuando conduzco y suena una canción alegre, y me pongo a cantar sin importarme quién pueda escucharme. Me sonrío cuando consigo hacerme entender en una discusión, cuando alguien me dice cariñosamente que estoy loca, cuando me propongo algo y lo consigo, cuando me doy un capricho y me zampo un bombón.
Me gusta mi cuerpo. No soy una mujer delgada y a lo largo de los años he tenido algunos encontronazos y discusiones con mi figura: que si ahora estás gorda, que si ahora estás siendo vaga, que si ahora no le gustas a fulanito porque tienes mucho culo, que si esa falda nunca te sentará bien. A ver, Bea, déjame que me auto-explique. No es que yo sea una superficial que sólo me quiera por mi cuerpo, pero lo que sí es cierto es que para que alguien te guste de verdad tiene que haber atracción física. Y yo no me he sentido atraída por mí misma durante demasiado tiempo... hasta hoy, que por fin he aprendido a fijarme y valorar lo que de verdad importa: mi piel limpia y suave, mi cinturita, mis curvas femeninas, mis manos pequeñas, mi cuello, mis lunares. Creo que últimamente aprendí a sacarme partido a mí misma y oye, me pongo un montón.
Me gusta mi sentido del humor. No sé si vosotros estaréis orgullosos de vuestra forma de ser, pero yo sí. Me gusta cuando me río a carcajadas de algo por lo que todos se preocupan. Me gusta ser capaz de verle el lado positivo a las cosas, de sacarle sonrisas a las personas que me rodean. De ser yo la que hace el ridículo y ser, al final, la única que no lo hace precisamente por eso. De hacer lo que me da la gana sin pensar en qué dirán. De volver a ser una criaja diez veces al día. Estoy orgullosa de mí misma por recordar todavía la letra de todas las canciones de Disney y por hacer de mi día a día un juego divertido y alegre. Y, sobre todo, adoro cuando los demás no me entienden y me miran raro, y ser yo la única que se ríe de mis gracias y me comprende.
Me gusta tenerlos cuadraos. Vale, ya sé que en teoría esto es una carta de amor y expresiones como esa no son muy románticas, pero es que tengo una mala leche impresionante y me mola tenerla. Me gusta echarle narices y enfrentarme a quien sea que intente hacerme daño. Defiendo mis principios con uñas y dientes, y me enfurruño arrugando la nariz como un cachorro cabreado en una expresión que me resulta adorable a mí misma. No soy una mujer dócil, y espero seguir siendo así pase lo que pase. Vale que a veces sea un poco tocanarices, que se lo ponga difícil a la gente que me aprecia y que encima conmigo misma sea una estrecha caprichosa. De acuerdo, aceptamos barco. Pero me gusta cómo me siento cuando no permito que me hagan daño, cuando cuido de mí misma por encima de todo y de todos y termino con la sensación de haber hecho lo que tenía que hacer. Soy mi heroína; sin mí... estaría perdida.
Adoro mis despistes, mis momentos Dory, esos olvidos inoportunos que me hacen dar mil explicaciones a mis amigos, cuando no me acordé de sus cumpleaños o simplemente los confundí. Me enternezco conmigo misma cuando les doy mil abrazos y mimos y consigo que me perdonen, porque verdaderamente no era mi intención olvidarme. Me gusta cómo me apunto las cosas importantes en el movil, en el pc, en post-its, en la mano, y aún así sigo metiendo la pata porque de donde no hay no se puede sacar. Hay gente con buena memoria, gente con mala memoria y luego estoy yo. Recuerdo la vez que me caí en Cazorla con 5 años pero no sé qué comí ayer. Mi memoria es rara y selectiva pero es mía, y me hace tilín.
Me gusta sorprenderme constantemente. Esos momentos en los que no pensé que fuese capaz de hacer algo, y descubrirme media hora después haciéndolo sin problemas. Ese "querer es poder" que me lleva a menudo a olvidar mis inseguridades y saltar con ganas. Siempre que me he propuesto algo de verdad lo he conseguido, y me admiro por ello.
Me gusta ser impulsiva, aventurera, valiente, responsable, puntual, social y formal cuando tengo que serlo. Me gusta ser capaz de hablar de mí misma con orgullo, pasearme por ahí para lucir lo que tengo y lo que soy. Presumir de ser mi novia rizosa y dejar bien claro que no necesito a nadie más a mi lado para ser feliz, pero afirmar bien alto y claro que el día que encuentre a alguien especial con quien vivir aventuras y derrochar sonrisas, (alguien que me haga serme un poco infiel a mí misma sin el menor de los remordimientos) estaré preparada para amarle tan limpia y sinceramente como me amo a mí misma... y dispuesta a compartir mi felicidad e incluso doblarla. Qué demonios, la vida es corta pero ancha; a mí todavía me queda un buen trecho y cuando juegas al wow mola más si alguien te acompaña.
En fin, que estoy enamorada de mí. Espero que no me moleste, Bea, que lo haya puesto por escrito en mi blog. Así, públicamente, sin pararme a pensar en los trolls que ahora tendrán material de sobra para llamarme de todo: creída, soberbia, payasa... pero es que llevaba mucho tiempo con ganas de soltarme todo lo que sentía, y hoy no me pude contener.
Por cierto, Rizosa, estoy muy guapa cuando me sonrojo.