Querido compañero

Publicado el 28 septiembre 2013 por Netomancia @netomancia
Cuando el agua caliente, nunca hervida, acude al mate, se produce la magia, el ardor de años, de historias olvidadas, de palabras de por medio que las irán develando. Y la gente mientras coloca la bombilla, abre su alma, le da vida a la lengua y encamina el habla hacia tiempos remotos, hurgando con la mente, buscando retazos, hilvanando recuerdos, entre chupada y chupada.
En miles de mesas, a lo largo de eternas mañanas, o al calor de las tardes, o el silencio de las noches, entre pavas y termos, cambio de yerba, algún que otro bizcocho, el diálogo nace y renace, despierta y se acuna sobre voces que lo mecen, lo acarician, le piden que nunca acabe.
Llegará el amanecer, la hora de salir al trabajo, de volver a casa, de ir a hacer algo, y solo entonces, será el momento de abandonar el rito, de acallar las voces, de extrañar lo amargo, lo dulce, el paladar aún tibio, el suspiro ante lo cotidiano, de aquello a lo que no podemos escapar.
Sobre las mesas, solitarios, huérfanos momentáneos, el mate, la pava, el termo, la bombilla, la yerbera, la azucarera, la cáscara de naranja, el bizcocho, la charla, el momento, el encuentro, la paz, la calma, el deseo de otra ronda, de otra cebada, de más palabras, recuerdos, sueños y confesiones.
Y allí reposan, esperando, que pronto vuelva la magia, aquella que llega con el agua caliente, nunca hervida, acudiendo sobre la yerba, dentro del mate, amigo nuestro, querido compañero, eterno oído de nuestras historias.