Éste es mi peque, Iver, que bien merece una fotografía en el día de su segundo cumpleaños en el espacio donde comparte tanto su mamá.
Un mínimo regalo por lo fuerte que eres, por lo valiente que has sido cuando eras un recién nacido y ahora un bebé-niño, por lo que aportas a nuestra familia, por lo que te queremos.
A diferencia de tu primer cumpleaños, en el que la vivencia aún era muy cercana, no había sanado y los recuerdos eran demasiado duros para sentirme con deseos de festejar (y que podéis leer lo que publiqué hace un año), éste cumpleaños puedo sentirme libre para celebrar.
Para celebrar que estás con nosotros, para celebrar que demostraste que podíamos superar momentos difíciles de forma unida la familia, para celebrar que aunque en dos ocasiones estuvimos a punto de perderte fuiste valiente y superaste todo para seguir aquí, para celebrar que contamos con apoyo para conseguir una lactancia que aún dura, para celebrar que volviste a regalarme la maternidad, para celebrar que eres un ejemplo de superación, para celebrar que eres hermoso, para celebrar que compartimos momentos bellos, para celebrar simplemente que eres TÚ.
Y cumples los dos añitos, teniendo una pequeña bronquiolitis, algo que me hace recordar aún más todo lo que fue tu nacimiento y los primeros 50 días en los hospitales. Precisamente el sistema respiratorio fue lo que más nos costó controlar, era demasiado inmaduro. Y hoy está presente: ¿casualidad? No lo sé, me he acordado y lo he relaciondo. Como algo que de momento nos acompaña, haciéndonos valorar más el que estés con nosotros. Y al mismo tiempo, confiando en que poco a poco tu sistema pulmonar madurará y pasaremos etapa.
Lo nuestro no fue fácil al inicio, no era como esperábamos... pero eso pasó, hay que aceptar la realidad: no fue lo que deseábamos ni lo que merecíamos. Luchamos, cada uno a su manera y tú como un verdadero campeón. Eso ya lo curé y ahora reconociendo que no fue sencillo, podemos centrarnos en lo bello de nuestra historia, en lo positivo, en lo que nos ha hecho crecer.
Sólo me queda desearte que seas feliz hijo, que eres maravilloso, que nos haces y somos tremendamente afortunados por tenerte/ teneros en nuestra familia, y que siempre serás especial. Un beso inmenso y te dedico nuestra canción: