Ayer recordaba en twitter que, cuando ganó Alfonsín las elecciones, yo tenía 20 años. Y estaba emocionado con todo lo que iba a pasar con el país. En esa edad empezaban mis actividades periodísticas en Radio Nacional, transitando después por casi todos los medios rosarinos. He pasado todas las crisis, algunas con la dureza de trabajos indefinidos o mal pagos, pero salí adelante. Es en las crisis en donde uno hace buenos amigos, cuando uno está más vulnerable y precisa una cadena solidaria de donde sostenerse. Y en una crisis nació “El periodista en su Laberinto” como una demostración de lo que se puede hacer por puro gusto o vocación. Lo recomiendo para mis colegas que ponen en duda la libertad de expresión: tengan un blog y expresen allí lo que quieran. Y después me cuentan.
Con mis hermanos Carlos y Claudio
Sé que me mira raro mucha gente, pero no es culpa mía, será porque adeudo algunos mandatos sociales, o porque soy un poco insistente con mis reclamos en las redes y a veces muy duro y cínico con mis opiniones. Poco periodístico. La moderación no me vendría mal, pero, como la mentira, estoy seguro que se notaría en mi cara. Sería como mentir decir lo que no pienso.
Debe ser que con los años estoy más cabrón. Sí. Y dispuesto a discutir sin generar enemistades – cosa que a mucha gente le cuesta. Me he vuelto un poco más conservador en mis ideas y no me copa ver en la política signos de ostentación y de prepotencia, tampoco empresarios millonarios y obreros pobres. Las desigualdades me enojan.
Cada vez que veo una familia revolviendo la basura para alimentarse pienso en el fracaso de la política social argentina. No hemos podido en casi 3 décadas de democracia sacar ese estigma de la pobreza extrema, de chicos durmiendo en las calles y de familias que llevan generaciones habitando villas de lata y madera, sin servicios básicos. Se habla de la brecha social y volviendo a lo que decía en el párrafo anterior no comprendo porqué del lado de los ricos están muchos políticos y otros tantos gremialistas, y del otro millones de pobres villeros a los que los candidatos acarician sus cabezas cuando buscan votos y que conforman con un poco de asistencialismo. La pobreza y la corrupción van de la mano.
El año próximo cumplo 50, yo mismo no lo creo. Tengo las inquietudes y proyectos de siempre, aunque ahora quiero moverme en terrenos más seguros. Y no creo que la experiencia aporte algo, con la experiencia vienen los fantasmas vividos y muchas veces el temor al fracaso. Prefiero disfrutar del oficio y seguir aprendiendo, la tecnología ha sido un desafío enorme en los últimos 20 años y no me quedé en la Olivetti – que dejé de usar cuando tuve mi primera IBM PS2 a fines de los 80 - ni me interesa el recuerdo de esas épocas en que no había celular ni internet, aportes increíble de estos tiempos. La tecnología es lo más.
El tiempo pasado solo fue mejor porque allí estaba mi hermano Carlos y mi papá, a los que recuerdo y extraño intensamente. Aún no se cumplió un año del fallecimiento de mi hermano y esa situación también tiñe de melancolía mi cumpleaños. Es el luto subyacente en uno y también el homenaje permanente de la memoria y de los sueños a las personas amadas. Mi madre, con todos sus achaques, me demuestra que se puede estar de pie con todo ese dolor. Y la familia de Carlitos también. Y es cierto que uno empieza a sentirse acompañado de sus queridos muertos y que afloran todos los recuerdos y palabras de ellos y que todo eso se convierte en una guía, en un camino.
Y dejo de escribir porque me embargan las emociones y es un día laborable y aunque sea mi cumple…hay mucho por hacer.